Fabra garantiza más empleo en el duelo «electoral» de la última sesión de control
Las Cortes Valencianas vivieron ayer el primer cara a cara electoral entre el PPCV y la oposición parlamentaria durante la última sesión de control al presidente de la Generalitat que –fruto de las preguntas de los diferentes grupos– se convirtió en un balance de la legislatura.
Alberto Fabra encaró este reto aferrado a la mejoría económica pero sin olvidar las dificultades de la primera parte de su mandato, por lo que dejó su propia valoración de la gestión en «razonablemente positiva». La creación de empleo, la competitividad de las empresas, la reducción de la Administración y la garantía de la calidad de los servicios públicos fueron los principales «retos» que se marcó el presidente autonómico y que cree que han empezado a encauzarse de manera aceptable.
La exhibición de diferentes gráficos con la evolución de la economía y la creación de empleo, junto a las expectativas del BBVA de crecimiento del PIB regional para este ejercicio, fueron los mejores aliados del jefe de Consell. Fabra, incluso, hizo un anuncio «electoral», en este caso real, como es la apertura el próximo martes del Hospital de Llíria.
La botella medio vacía
No valieron para los portavoces de la oposición estas explicaciones. El socialista Antonio Torres consideró que la de ayer sería la «última vez» que Fabra comparecerá como presidente en la Cámara, ya que después de las elecciones lo hará en calidad de jefe de la oposición «si el dedo de Rajoy le señala». Era la primera alusión al 24-M que desde entonces fue el único objeto del intercambio dialéctico.
Torres vio la botella medio vacía en cuanto a empleo, y lejos de reconocer la mejora en el último año en este apartado, se aferró a los datos globales de legislatura con 56.300 ocupados menos que en 2011. Le acusó de ser el presidente «del paro, quien liquidó RTVV y el que maltrató a los más débiles».
Este flanco, el de las políticas sociales, fue el preferido por Torres, quien instó a Fabra a pedir «perdón a los discapacitados» y le echó en cara «no haber querido o sabido defender los intereses de los valencianos» en materia de financiación. Toda la artillería de argumentario electoral puesta sobre la tribuna de oradores. Faltaba la corrupción, y Torres también vio en la gestión de Fabra «la pérdida de esa batalla», ya que si no hay imputados en la bancada popular es, según el socialista, porque «se han ido voluntariamente para defenderse, no porque usted les haya exigido responsabilidad».
Fabra acudió, de nuevo, al crecimiento económico y el auge de sectores como el turismo o las exportaciones. Sus mejores aliados, y no de poco peso, precisamente. También dio cuenta de la subida de inversión (un 20%) del presupuesto para Bienestar Social y afeó a Torres que cuando éste era director general de Servicios Sociales, en 1993, «aprobó el copago más injusto, una tarifa plana a residencias y centros de día para mayores y discapacitados».
Fisuras en el tripartito
Llegado el turno de Enric Morera, portavoz de Compromís (que no candidato), el nacionalista insistió en avanzar por la vía de la infrafinanciación de la Comunidad Valenciana, y criticó que en vez de recaudar la «deuda histórica» se hayan conseguido créditos. Fabra lo tuvo fácil: recordó que los últimos concedidos por el Gobierno han sido a «coste cero».
Morera, vaticinó que después del 24-M habrá un Consell «que no será sumiso con el Gobierno», mientras que el portavoz y –éste sí– candidato de EUPV, Ignacio Blanco, adelantó que el epitafio político de Fabra pondrá «quiso pero no pudo o, mejor dicho, pudo pero no supo».
El presidente autonómico se despidió del que hasta la irrupción de Podemos funcionaba como un tripartito sin fisuras (ahora hay grietas considerables) y lamentó su falta de apoyo en todas las medidas de reducción de la Administración. Ironizó con que la única vez que EU ha apoyado una medida del Consell fue para reducir el personal eventual, que «supuso un 0,001% de lo que hemos reducido».
