Alicante inicia la reapertura de refugios antiaéreos con un «submarino» de ladrillo
Algunos alicantinos pudientes sufragaron su propio refugio privado frente a los bombardeos durante la Guerra Civil para no perecer en el camino hacia los públicos, cuando estaban alejados de sus casas, como le ocurrió a más de un infortunado. Así ocurrió en la plaza Balmis, donde ahora se podrá visitar una de estas cuevas de emergencia –el R46– cuya singularidad es su forma de submarino, un detalle atribuido a que la diseñó un ingeniero naval, y que se construyó con ladrillos y no hormigón, por su elevado coste.
En sus 49 metros cuadrados repartidos en dos salas y pasillos se supone que se ponían a salvo unas 250 personas, aunque se cree que en algunas ocasiones llegaron a hacinarse más de 300, presas del pánico. Para las visitas guiadas gratuitas que se organizarán los viernes y los sábados se recrean aquellos momentos con grabaciones de bombardeos, cuando los llantos de los niños y el recuerdo de muchas tragedias recientes en la memoria atormentaba a los alicantinos, en aquel año fatídico de 1938, cuando la aviación italiana del bando franquista acabó con 300 vidas en el Mercado Central, la mayor masacre de estas características entre la población civil.
El alcalde, Miguel Valor, anunció ayer que el próximo 15 de marzo se inaugurará otro refugio de mayores dimensiones, el de la plaza de Séneca, así como el Centro de Interpretación de la Guerra Civil. Alicante es una de las ciudades que más vestigios así conserva. Desde UPyD se sugirió ayer incluir dispositivos multimedia en estos refugios, si bien el concejal de Imagen Urbana, Adrián Santos, indicó que no se ha querido saturar estos espacios para dar realismo a su visita.