SOCIEDAD
El pequeño Magreb «español»
Muchos ciudadanos del norte de África han establecido su residencia y lugar de trabajo en pleno centro de Alicante
![El pequeño Magreb «español»](https://s3.abcstatics.com/Media/201502/16/negocioalicante--644x362.jpg)
En el corazón de Alicante, la comunidad magrebí se hace presente poblando las calles de pequeños y diversos negocios. En apenas quinientos metros a la redonda, unos minutos de paseo bastan para toparse con al menos una veintena de establecimientos regentados por vecinos alicantinos con raíces en Argelia, Marruecos o Túnez. Tiendas de alimentación, bisutería, ropa, bazares, restaurantes y hasta una inmobiliaria. Diferentes sectores para una serie de emprendedores que están ayudando a reflotar el comercio y la economía en un área deprimida hasta no hace tanto, en la que muchas persianas criaban telarañas desde años atrás.
La zona comienza a asemejarse a otros barrios integrados en grandes núcleos de población que albergan numerosas colonias de vecinos con lejanas y diversas procedencias. Al igual que en casos como los de «Little Italy» o «Chinatown» en ciudades tipo Nueva York o Barcelona, la proximidad de un importante puerto comercial y turístico fomenta el establecimiento y consolidación de comunidades extranjeras, especialmente en vecindarios anexos al mismo.
Un fenómeno sociológico que contribuye a la reactivación de un conjunto de calles del centro de Alicante, en las que se establece una red de comercios y servicios que hacen subir la cotización y el atractivo de un área que, pese a su privilegiada ubicación céntrica y próxima al mar, se encontraba descapitalizada y degradada.
A la creación de estas comunidades del norte de África en la ciudad ha contribuido, como aseguran desde la Asociación de Inmigrantes de Argelia de la Comunidad Valenciana, un conjunto de variables. Entre ellas, una de las principales es la misma que atrae a gran parte del turismo puramente vacacional. El buen tiempo, similar e incluso menos agresivo que en la región del Magreb, hace que la costa levantina se convierta en un destino recurrente para muchos de los argelinos que optan por dejar su país. Por supuesto, la pobre situación de origen de muchas familias les lleva a dejar atrás su lugar de nacimiento. Aunque detrás de cada viaje hay una historia diferente, un tormento común lleva a convertir en nómadas a millones de habitantes de una misma zona. Un suplicio que, en opinión de representantes de esta asociación, a veces continúa aquí con distinta máscara.
El racismo azota a estos grupos, y además tiende a recrudecerse tras cada acto de terrorismo yihadista. Las generalizaciones llevan al sufrimiento de ciudadanos de origen magrebí, que viven en sus propias carnes la hostilidad de las personas naturales de sus ciudades de acogida y las acusaciones de culpabilidad por atentados cometidos a muchos kilómetros de distancia por personas totalmente ajenas a su realidad. Pese a ello, el efecto llamada, otra de las principales causas del aumento de vecinos magrebíes, no se resiente. La presencia de muchos de ellos hace que se encuentren más cómodos en convivencia con círculos de similar origen, y provoca que el goteo de llegadas sea incesante.
Mohamed, de 51 años, trabaja en una carnicería «halal» que abrió hace algo más de dos años en la calle Canalejas. Pese a que asegura tener clientes «de todas partes», sí advierte la presencia de muchos compatriotas suyos, tanto entre sus consumidores como entre sus vecinos comerciales. Un estilo de vida y unas costumbres que se han importado a una zona de la ciudad que se ha llenado de brotes verdes venidos desde el continente africano.
Facilidad de conexión
El auge de la población magrebí en la provincia ha traído consigo conexiones aéreas diarias entre el aeropuerto de Alicante-Elche y ciudades como Argel u Orán, así como opciones de viaje vía ferry desde el puerto.
Estas comunicaciones suponen una válvula de escape, una puerta abierta por la que dar un paso atrás en determinados casos, pero que son sobre todo una cosa: facilidades de transporte que tienden puentes fomentando la consolidación de una comunidad que, sin perder sus señas de identidad, se integra en la capital de la Costa Blanca.