HOTEL DEL UNIVERSO

LA VIDA POR PUNTOS

CARLOS y MARZAL

La mayor parte de los asuntos de la vida deberían regirse mediante un carnet por puntos. Conviene ser prácticos. Nos iría mejor. Todo muy bien explicado en el código de conducta ciudadana, muy bien redactado en artículos de sintaxis transparente, con sus notas a pie de página, con sus excepciones, con sus ejemplos, con sus dibujos y fotografías, porque las imágenes ayudan a comprender mejor el espíritu de la letra.

Vendríamos al mundo con muchos carnets y muchos puntos en cada carnet. Un carnet de Primera Infancia, otro de Infancia, otro de Adolescencia, otro de Juventud, otro de Madurez Nivel 1, otro de Madurez Nivel 2, otro de Madurez Nivel 3, y de Vejez, y de Muerte (porque no encuentro ninguna razón filosófica para que la muerte no sea considerada un asunto biológico que deba regirse también por puntos). Y tendríamos además carnet de Amor, y de Amistad, y de Vecino, y de Viajero, y de Enfermo, y de Deportista, y de Cazador, y de Votante, y de Aceitunero Altivo. Muchos carnets, para regular nuestra actividad histórico-política, y nuestras pretensiones biológico-económicas, digamos. Muchos carnets, que se nos entregarían en una cartera de la mejor marroquinería nacional, para que pudiésemos transportarlos cómodamente, y para que no se nos perdieran en los restaurantes, en las salas de espera de los dentistas, en las manifestaciones a favor o en contra de la Ley de Puntos.

Me parece que no habría obligación de usar todos los carnets (aunque sí un mínimo). Uno podría ahorrarse, pongamos por caso, el de Protésico Dental, o el de Anatomopatólogo, o el de Agente de la Propiedad Inmobiliaria, pero dar mucho uso al de Padre de Familia, o al de Vendedor Ambulante de Flores, o al de Donante de Esperma para la Fecundación Artificial, o al de Pintor Expresionista Abstracto. Lo bueno del sistema de vida por puntos sería su flexibilidad, su personalización, y, sobre todo, su capacidad para adaptarse al mercado de trabajo comunitario. Sería, para entendernos, un sistema muy Bolonia, muy europeo, muy fresco, e incluso muy divertido, como deben ser la cocina internacional, y la joven banca, y la enseñanza de las lenguas de la Unión. No hay ningún motivo pedagógico sólido para que no nos echemos unas risas. La vida por puntos sería una variedad lúdica de la vida a granel.

En la página web de la Dirección Existencial de Tráfico podríamos consultar nuestro saldo de puntos, para enmendar nuestro comportamiento y recuperar el crédito ante nuestros congéneres. Tengo el Amor fatal, voy a regalar un ramo de flores, y una cena con velitas, y tres horas de escucha muy atenta. Estoy pelado de Concejal de Urbanismo: prometo no promover ningún P.A.I. en los próximos seis meses. Me queda un miserable punto de Evasor Fiscal: regularizaré alguna de mis cuentas suizas. Ya veis como funcionaría la cosa: con voluntad de racionalizar las actividades profesionales por cuenta propia y ajena.

Y no os asustéis, en los ayuntamientos, en las diputaciones, en las comunidades autónomas de España, se impartirían, siempre a módicos precios, cursillos de readaptación a la vida por puntos.

LA VIDA POR PUNTOS

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