grupo de la guardia civil
Los centinelas de las montañas valencianas
El Equipo de Rescate con el que la Benemérita cuenta en Ontinyent realiza 30 actuaciones al año. Las asistencias más complicadas se suelen producir en los ríos con una crecida de caudal
![Los centinelas de las montañas valencianas](https://s2.abcstatics.com/Media/201502/08/greim2--644x362.jpg)
De su rapidez y preparación depende la vida de miles de personas. Siempre alerta ante cualquier aviso, su movilización inmediata y su profesionalidad han evitado numerosas tragedias en la Comunidad Valenciana, pese al riesgo que corren a menudo. Pertenecen al Grupo de Montaña que la Guardia Civil tiene en Ontinyent, donde ABC se desplaza para acompañar a sus miembros durante una mañana de entrenamiento.
Este equipo se formó el 2001 y, actualmente, cuenta con siete componentes: un sargento, un cabo y cinco guardias. En total, son 245 efectivos repartidos en 25 equipos por toda España en cinco áreas: Jaca, Cangas de Onís, Navacerrada, Viella y Granada, en la que trabajan ellos.
Realizan una media de 30 rescates al año en toda la región. En 2014 dos de los casos acabaron en fallecimiento, mientras que en 2013 fueron cuatro.
Sus prácticas son semanales para mantenerse en forma. En esta ocasión, acuden a un barranco de la localidad en el que simulan que han de asistir a una persona que no puede moverse y se encuentra herida en una escarpada pared. Una vez allí, el coordinador del grupo da unas órdenes básicas y, a continuación, comienza la costosa escalada con todo el material necesario para llevar a cabo el rescate. Esta preparación, que realizan en los macizos más importantes de la Comunidad y en las zonas en las que se produce mayor número de acidentes, resultan clave para enfrentarse a la realidad. De hecho, incluso llegan a hacerse pasar por heridos ellos mismos para entender mejor la situación de aquellos a los que tienen que ayudar.
Según explica el sargento primero Apolonio Delgado, jefe del grupo, primavera y otoño son las épocas del año durante las que se registran más indicentes debido al buen clima, que permite hacer muchas actividades. Como lugares donde han tenido que realizar más intervenciones cita Puig Campana, el Penyagolosa o el Ponoig. En este último recuerda cómo se quedaron dos escaladores a mitad pared y se les hizo de noche con una climatología muy adversa.
Protocolo
La movilización comienza cuando les suena el teléfono en su centro operativo. A partir de ese momento, deciden qué medios se desplazan al lugar dependiendo de la situación. «A veces hemos llegado a ir los siete y, en la mayoría de ocasiones, acudimos en helicóptero para acercarnos lo máximo posible a la zona, localizar a los heridos con mayor rapidez y cargarlos para trasladarles al hospital», detalla Apolonio. También resulta imprescindible la coordinación con Emergencias y Bomberos.
Las falsas alarmas, admite, son numerosas y conllevan un coste. «Aun así, utilizamos medios muy polivalentes que no se dedican únicamente a los rescates. Y nosotros, aunque estamos especializados en este tipo de actuaciones, también lo hacemos en otro tipo de accidentes, en materia de medio ambiente o de orden público», apunta. También ocurre que les transmiten que alguien simplemente está atrapado pero ileso y, al llegar, se encuentran a un herido. «Tenemos que estar mentalizados para cualquier cosa», indica.
Su labor, sin embargo, no se queda sólo en el rescate propiamente dicho (que conlleva conocimientos en primeros auxilios). Los accidentes de montaña requieren una investigación, de la que se encargan con la instrucción de diligencias. Para todo ello han recibido una formación previa a su entrada al grupo durante nueve meses y en la cual se trabajan todos los campos.
Se enfrentan, igualmente, a algo para lo que resulta difícil estar preparado: la labor psicológica. «¿Cómo aprendes a transmitir una muerte? Porque lo tienes que hacer tú... al igual que conseguir animar a las personas que quedan atrapadas para que no pierdan el ánimo de salir de ahí. Hay mucha diferencia entre una actitud colaborativa y una indiferente», señala Apolonio.
«Enemigos»
En su tarea cuentan con dos enemigos principales: el tiempo y la meteorología. Su prioridad es llegar cuanto antes a la persona y asistirle «para que sepa que hay alguien ahí para ayudarle». Los rescates más complicados que se han encontrado hasta el momento han sido en un río con la crecida del caudal. Por ello, su entrenamiento se produce en cualquier terreno –paredes, barrancos, cuevas, etc.– y un muy diverso uso de materiales adaptados a las situaciones.
Las tecnologías, según Apolonio, han supuesto una gran ayuda a la hora de localizar a gente atrapada. «El 112 puede recibir llamadas en zonas sin cobertura y el Whatsapp ha salvado vidas por la ubicación», comenta. Aunque también conlleva peligros: «Hemos detectado que a través de eventos o grupos de Facebook la gente queda para realizar escaladas o rutas de espeleología sin conocerse y, por tanto, sin saber las capacidades, el conocimiento y los límites de los compañeros, cuando es fundamental».
Otro de los mayores errores es, para Apolonio, no planificar la actividad, no prever la climatología, acudir solo o no llevar el equipo adecuado.
Prevención
Por ello, en la guía de preveciones que difunden recomiendan no salir menos de tres personas para que una de ellas pueda auxiliar al herido mientras la otra da el aviso; llevar un móvil cargado; utilizar ropa isotérmica y calzado adecuado; llevar una cuerda auxiliar, una brújula y un silbato; y no saltar a pozas de agua sin asegurarse de que no existe peligro.