Qatar compra talento

En turnos de día y noche, 26.000 trabajadores crearon de la nada, y en mitad de la nada, un colosal pabellón de balonmano con forma de turbante, y salpicado de oasis verdes de césped impecable que chocan con el gris que lo rodea. Una construcción para 15.000 espectadores a la que se llega por una carretera a medio hacer, como casi todo lo que hay en Doha.

Desde que el país supo en 2011 que albergaría el Mundial de balonmano de 2015 las prisas por organizar el mejor torneo de la historia se han paliado a base de talón y trabajo extranjero. Sandra Zabala, voluntaria, vive en Doha desde octubre porque su marido, ingeniero de caminos, recibió una oferta que no pudo rechazar. La misma que le llegó a Valero Rivera después de cuatro años magníficos como seleccionador de España. Cifras desorbitantes para crear un proyecto de la nada con libertad de movimientos y de moneda. «Una de las mejores decisiones de mi vida», asegura.

En la maleta se llevó sus conocimientos y su experiencia, con la que logró el oro mundial con España en 2013: trabajo, dedicación y disciplina. «Sí, eso les falta, además de factores técnicos y tácticos. Pero vamos sobrados en infraestructuras. Donde nos entrenamos hay cuatro pistas, piscina olímpica y 56 habitaciones dobles para las concentraciones. Cualquier cosa que necesitamos nos la conceden», corrobora Zupo Equisoain, otro de los cerebros españoles del balonmano que recibió una invitación a todo lujo de Rivera y se marchó en abril a dirigir las selecciones inferiores.

Qatar le ofreció carta blanca en cuanto a filosofía de juego y contrataciones, una de las críticas hacia esta selección reconstruida a base de talón. Solo hay ocho qataríes y hasta ocho son los nacionalizados, con un sueldo de 13.000 euros mensuales, más 90.000 por cada victoria en el Mundial, según algunas fuentes.