ENTREVISTA

Antonio Casanova: «Nos queda mucho trabajo con la implicación del mundo empresarial»

El presidente de Casa Caridad considera que el mayor reto al que se enfrenta la entidad es la transparencia

Antonio Casanova: «Nos queda mucho trabajo con la implicación del mundo empresarial» ROBER SOLSONA

ROSANA B. CRESPO

El nacimiento de Casa Caridad en 1906 estuvo curiosamente ligado al periodismo. Fue Luis Gil Sumbiela, por esa época presidente de la Asociación de la Prensa, una de las personas que promovieron la búsqueda de un medio para eliminar la mendicidad en las calles de Valencia. Su insistencia provocó que el alcalde, José Sanchis Bergón, creara la institución. Desde hace catorce años está presidida por Antonio Casanova, quien, con motivo del 25 aniversario de la edición de ABC Comunidad Valenciana, destaca los grandes logros de la ONG.

—¿En qué situación se encontraba Valencia en el momento de su creación?

—La ciudad era un foco de riqueza y empezó a venir la gente de las provincias limítrofes. Ya había un movimiento migratorio importante, especialmente del Bajo Aragóny de Castilla La Mancha. Existía una necesidad de atención al haber gente sin recursos.

—¿Cómo ha evolucionado su objetivo?

—Empezamos con la alimentación. En 1934 pusimos en marcha el albergue y, posteriormente, servicios como las escuelas infantiles o el centro de día.

—¿Qué fenómenos han marcado su recorrido desde principios de los 90?

—Sobre todo el de la inmigración, que ha cambiado totalmente la estructura de las instituciones como la nuestra. Nos hemos abierto a todo este sector porque venían sin tener nada y, hasta la crisis, una parte muy importante de los servicios iban dirigidos a ellos.

—¿Puede dar algún dato significativo de ese año?

—El presupuesto de 1990 fue de más de 300.000 euros. Para este ejercicio ha sido de 3,8 millones. Lo hemos multiplicado por diez en 25 años.

—¿Cuál ha sido el mayor éxito de Casa Caridad en ese tiempo?

—Que ha sabido adaptarse siempre a las diferentes circunstancias de cada momento y ha estado muy atenta a las demandas sociales. Nunca ha cerrado un solo día a lo largo de su historia y hemos colocado a la institución en el siglo XXI.

—¿Y los hitos?

—En el 2000 rehabilitamos y ampliamos el edificio histórico de la Pechina con un coste de tres millones de euros. En el 2006 celebramos el centenario, que supuso un cambio absoluto en la concepción de nuestro modelo de obra social: pasamos de un sistema asistencialista a uno de gestión profesionalizada, de modo que empezamos a crear un equipo muy importante de trabajadores sociales, de psicólogos y de educadores. Otro ejemplo fue que en 2009 servimos sólo en el comedor 560 raciones de comida en un mediodía. También destacaría la apuesta especial por los niños, con aulas infantiles donde se educa a 105 menores.

—¿Cuál es el mayor desafío?

—La transparencia. Administramos mucho dinero, lo que nos obliga a la prudencia. Con cualquier iniciativa tenemos que ser muy cautos a la hora de analizarla y de transmitirla. Por eso estamos auditados en el aspecto económico y en el de buen gobierno.

—¿Qué proyectos tendrán este año?

—Estamos construyendo un nuevo edificio para poner en marcha una escuela infantil donde atender a 60 niños más en riesgo de exclusión, además de a personas sin recursos en estado posoperatorio. Ese centro de convalecientes va a ser pionero en España.

—¿Qué papel tienen las instituciones?

—Los recursos los tiene que aportar la sociedad civil, de donde llega el 80% de lo que recibimos. Necesitamos independencia y separar exigencia pública de apoyo público.

—¿Quién tiene que implicarse más?

—La sociedad en general. Ahí nos queda un gran recorrido, sobre todo con el mundo empresarial, que no ha comprendido todavía su responsabilidad.

—¿El aumento del compromiso social se nota en el aumento de voluntarios?

—Totalmente. En este momento tenemos 235. Hemos puesto especial énfasis los últimos cinco años para crear un equipo importante. Sería imposible nuestro objetivo sin ellos.

—¿Y en las donaciones?

—También. El pueblo valenciano es tremendamente generoso. Es curioso, pero durante la crisis han aumentado de manera muy considerable los donativos. Esto ya pasó en plena Guerra Civil, cuando la institución recibió más de un millón de pesetas de la época.

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