HOTEL DEL UNIVERSO

ESTOY REUNIDO

CARLOS y MARZAL

He dado orden esta mañana a todos los funcionarios que trabajan en el ministerio de mi persona para que no me pasen más llamadas, ni incluyan en mi agenda del mes más visitas, ni programen más viajes, ni acepten más correo. Si incumplen mis órdenes, he amenazado con trasladarlos a un ministerio en donde se trabaje con seriedad –por ejemplo, al ministerio de mi mujer–, para que sepan apreciar las diferencias entre jefes y trabajos.

Les he dicho a todos, con el tono más severo del que soy capaz: Estoy reunido. ¿Con quién tenemos que decir que está reunido, don Carlos?, me han dicho ellos. ¿Pues con quién va ser? –he replicado yo–: conmigo mismo. A los funcionarios de mi domicilio hay que explicarles todo. Son unos inútiles. El día menos pensado me va a tocar escribir mis discursos ante las instituciones europeas, o mis comunicados para afrontar las crisis literarias que se desaten. La soledad de los altos mandatarios resulta aterradora.

Estoy reunido. No atiendo a nadie. No recibo. No hago declaraciones. Ni siquiera filtro secretos de los consejos de ministros. Tengo asuntos de suma importancia que tratar con mi gabinete unipersonal de asesoramiento. He decidido convocar mi comité de emergencias domiciliarias. Hasta nueva orden.

Me he dado cuenta de que los dirigentes occidentales pasamos demasiado tiempo en compañía de individuos con quienes no nos apetece estar: subsecretarios, asesores de las subsecretarías, vicecónsules, delegados vaticanos, emisarios de las archidiócesis sudamericanas. ¿Se imaginan cuántas manos de individuos desconocidos he estrechado en embajadas, en cócteles empresariales, en recepciones de hermanamientos hispano-uzbekos? ¿Calculan cuántas pulardas rellenas me he tenido que comer sin apetito, junto a la señoras de algún oscuro presidente del Tribunal Norcoreano de la Competencia?

He dicho basta: hasta aquí hemos llegado. No estoy para nadie. Incluidos los otros de mí mismo que acostumbran a no estar de acuerdo con mis decisiones. A esos también los he proscrito. Han caído en desgracia, y desde hoy están condenados al ostracismo ateniense absoluto. Por muy yo que se pongan, han de saber que o se está conmigo o se está contra mí, máxime en asuntos de intimidad capital.

Ignoro cuánto puede durar este estado de excepción afectiva. ¿Cómo voy a adivinar la evolución de los grandes trastornos geopolíticos? El comportamiento de los mercados resulta, en los últimos tiempos, de una enorme volatilidad.

Las circunstancias sentimentales de la zona euro me han obligado a aplicar algunos recortes que no estaban en mi programa, pero quiero dejar claro que he tomado esas decisiones para garantizar la estabilidad psíquica de los más desfavorecidos de mi espíritu.

Si no acepto preguntas en esta comparecencia ante los medios de información, es sólo porque yo también estoy haciéndomelas de puertas adentro de mi conciencia, y espero poder emitir algún tipo de comunicado en un futuro próximo. Mi equipo y yo estamos en ello. Y en último lugar, pero no por ello menos importante, quiero dejar claro que mi decisión de estar reunido no se debe en absoluto a las insidias publicadas por cierto periódico: es mentira que piense abandonar la presidencia del Partido Radical Biográfico.

ESTOY REUNIDO

Comentarios
0
Comparte esta noticia por correo electrónico

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Reporta un error en esta noticia

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Muchas gracias por tu participación