EL FARO

HISTORIAS DE VERDAD

VICENTE y ORDAZ

EL más que famoso spot televisivo con el que este año se promociona este año el sorteo extraordinario de navidad, está basado en hechos reales. Ocurrió entre otros muchos lugares en Valencia hace 14 años, no es un caso asilado. En esta ocasión la gerente de una administración de Valencia guardó un décimo premiado con diez millones de pesetas de las de entonces, a un cliente que reservó el número y no pasó a recogerlo antes del sorteo. Con ella hablamos en Cope y a nuestra pregunta la respuesta fue tajante: «Claro que lo guardé, estaba convencida que el cliente vendría a recogerlo, era suyo». Pudo quedárselo, o decir que lo había vendido, no tenía nunguna obligación de hacer lo que hizo, pero lo hizo. Otro caso similar se conoce en Tenerife, en el sorteo de hace cuatro años, el dueño de una gasolinera guardó un décimo agraciado con el segundo premio de un cliente del que hacía tiempo no tenía noticias. El agraciado, pasado este tiempo, aún no se lo cree. Pero el caso más impactante es el de un panadero de una localidad próxima a Jaén. Compró para el sorteo de hace diez años 900 décimos del que luego fue el gordo.

Lo repartió entre sus vecinos, la mayoría de los cuales no habían pasado a recogerlo, y muchos de los que si lo habían hecho, ni siquiera lo habían pagado. Uno a uno y tras el sorteo los fue repartiendo entre todos ellos, alguno según confiesa el propio protagonista, todavía lo debe.

El panadero repartió 180 millones de euros, mientras tanto, se sigue levantando a las tres y media de la madrugada para amasar pan y abrir cada mañana su pequeño negocio.

De vez en cuando leemos noticias de personas (en muchos casos muy necesitadas) que devuelven dinero que se encuentran por azar. Es el caso de un hombre nigeriano de 35 años, residente en Sevilla y que se gana la vida vendiendo pañuelos en un semáforo. Hace menos de un mes encontró una maleta con 16.000 euros en su interior. La llevó a las autoridades de inmediato. Cuando le preguntaron por que había actuado así fue lapidario: «No soy tonto, soy bueno». Todas éstas, son historias que te hacen creer en las personas, historias de verdad, historias que merecen ser contadas y conocidas.

HISTORIAS DE VERDAD

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