Empate raquítico en el Nuevo Arcángel

R. C. CAMACHO

Sujeto a los gris, a lo espeso, al juego impreciso y necesitado que alguien concertase las jugadas en uno u otro equipo, o ambos, el partido en el Nuevo Arcángel entre el Córdoba y el Levante empujó al bostezo y al pitido, por la escasa oferta, a la parroquia. Duelo de rivales directos, que demasiado pronto pareció que daban por buenas las tablas. Un punto al zurrón de cada cual. Orfandad de goles –las ocasiones, por cantidad y calidad, no acompañaron a otra cosa–. Lógico en un duelo encorsetado, sin alarde alguno y entre dos equipos que prefirieron darle la espalda a la ambición, a la búsqueda convencida de la victoria. El raquítico reparto de puntos fue justo.

El conjunto cordobés procuró buscar el fútbol combinativo. Djukic quería que los suyos jugasen moviendo el balón, siendo veloces en todo caso, y cuando requiriese el partido salir a la contra. Era la fórmula para intentar abrir a un Levante siempre cómodo atrás, cerca de su portería, agazapado a la espera de algún contragolpe certero, pero tuvo la fortuna de otras ocasiones el conjunto de Lucas Alcaraz, que exigieron a Juan Carlos con lanzamientos de Ivanschitz y Barral.

En todo caso, ese punto más de querencia de los locales en el primer acto, se fue diluyendo en el segundo. Daban todos el punto por bueno. Ningún arreón con fe. Sólo en el tiempo de prolongación, y previo al pitido final, Borja estuvo cerca de conseguir el tanto sobre la bocina.

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