política
Seis meses para las elecciones (I): Los partidos encaran el proceso más incierto en décadas
La fragmentación del voto y la enorme bolsa de votantes indecisos dificulta saber si el PPCV seguirá gobernando
La legislatura más áspera de la democracia por la dureza de la crisis económica y las consecuencias para sus ciudadanos toca a su fin en la Comunidad Valenciana. A seis meses de las elecciones el panorama preelectoral dista mucho de ser predecible. La fragmentación del voto va en aumento y la bolsa de votantes indecisos no se reduce por lo que es muy complicado saber quién captará mejor ese desencanto.
La cita autonómica con las urnas del próximo 31 de mayo se presenta como la más incierta en décadas y el PPCV tiene el gran reto de mantener el gobierno de la Generalitat. El partido que encabeza Alberto Fabra llega a medio año de las elecciones con un difícil panorama.
Las europeas marcaron su peor momento con la pérdida de 476.000 votos pero desde entonces han recuperado poco a poco parte de su suelo electoral que, pese a la caída sigue situando al PPCV como el partido más votado en la Comunidad.
Alcanzar los 50 diputados necesarios para obtener mayoría absoluta (actualmente tiene 55) es una quimera pero no lo es tanto situarse en el entorno de los 43-44 diputados (37% de apoyos) que permitiera obtener algún pacto puntual de gobierno con fuerzas como UPyD que apuntan fuerte a poder entrar en el parlamento.
Aferrados a la economía
Alberto Fabra es el presidente del partido y ha mostrado su intención de ser el candidato, aunque Mariano Rajoy –fiel a sus tiempos– aún no ha confirmado al exalcalde de Castellón como cabeza de cartel. Ello ha generado inquietud en el partido donde entienden que se necesita saber cuanto antes quién será el candidato . Líderes como Alfonso Rus, Rita Barberá o José Císcar se suman a esta tesis, ya que piensan que la dilación de la decisión contribuye a erosionar la marca.
Fabra, mientras, ha de lidiar con los últimos problemas derivados de la corrupción y con la cohesión interna, mientras que se aferra a la tenue pero sostenida mejora económica.
La creación de empleo tiene una senda alcista que puede mejorar la imagen de los populares en este medio año y los 150.000 militantes que atesora la formación de la gaviota en la Comunidad siempre son un seguro en la fase final del proceso por su capacidad de hacer de correa de transmisión.
Su principal adversario tradicional, el PSPV, sí tiene despejado el camino, al menos, en la cuestión de la candidatura . Ximo Puig –la vieja guardia del lermismo– se presenta como renovador, lo que no casa con su figura y con su dilatadísima trayectoria.
Lucha estéril
Los esfuerzos de los socialistas valencianos por capitalizar los ataques contra la corrupción no le han servido de mucho para despegar en sus expectativas. De los 33 diputados que tiene en la actualidad su grupo parlamentario, las últimas encuestas le atribuyen un 20% de los apoyos para un total de 22-23 escaños.
A la federación socialista valenciana no le ha beneficiado el hecho de que el PSOE andaluz tenga una enorme vía de agua por la corrupción en el caso de los ERE, y también la participación de dirigentes en las tarjetas «black» de Bankia y en la operación Púnica.
Podemos y Compromís parecen entroncar mejor con el descontento por lo que su posición como principal fuerza de la izquierda se tambalea. La táctica de Puig de fiarlo todo a un tripartito con EU y Compromís se ha visto torpedeada por la irrupción de Podemos que puede hacer –por la fragmentación del voto de izquierda– que su suma no sea suficiente para alcanzar la mayoría absoluta requerida en el Parlamento valenciano.
Ximo Puig deberá buscar un revulsivo en el discurso de los socialistas que sea capaz de frenar la sangría que padece la formación y que parece no haber concluido, ni siquiera a nivel nacional con la elección de Pedro Sánchez como secretario general.
Debate interno
La coalición Compromís también se ha quedado en un terreno desconocido. Han sido los verdaderos triunfadores de la primera parte de la legislatura al recoger gran parte del voto de descontento con el bipartidismo. La figura rupturista de Mónica Oltra ha dado sus frutos mediáticos, junto con la labor de suma y consenso del secretario general del Bloc, Enric Morera.
Ayer no se aprobó su reglamento de primarias pero Oltra se perfila como candidata –Morera desvelará si le presenta batalla o no la próxima semana–. Podemos les ha restado fuerza y ha pescado en intención de voto en ese caladero de la abstención y el desencanto.
Los últimos sondeos le dan un apoyo del 10,8% de los votos (10 diputados) que, de confirmarse, supondría una seria reducción en sus expectativas. Oltra apoyó a Pablo Iglesias en su elección como líder de Podemos y un pacto electoral no tendría por qué sumar aritméticamente los apoyos de unos y otros.
Compromís, en cualquier caso, se debate ahora a nivel interno en saber qué estrategia adoptar para no desbaratar su labor de los últimos cuatro años y el caudal de simpatías que había alcanzado entre los valencianos. Y es que una coalición siempre es complicada de llevar y en los tiempos que corren, más aún.
En el alambre
La formación que vive en el alambre con el fenómeno de Podemos es Esquerra Unida. Ignacio Blanco ha tomado las riendas al ganar en las primarias a Marga Sanz y será el candidato el 31 de mayo.
Su estilo aparentemente calmado esconde un político más escorado que lo que es Sanz. Su lucha es alejarse de la «casta» política, aunque EU lleva décadas anclado al sistema. Los sondeos le dan un apoyo a la baja de los ciudadanos que apenas alcanza el 6% para 5-6 escaños.
En cuanto a la gran novedad –e incógnita–, Podemos, esas mismas encuestas le otorgan un apoyo del 16% y 18-20 diputados, por lo que de cumplirse los pronósticos sería la tercera fuerza en la Comunidad Valenciana. No obstante, empiezan a tener síntomas de erosión al salir casos de sus dirigentes que muestran que no están tan alejados de los que critican en otros partidos. Su cabeza de cartel no se sabrá hasta mediados de febrero y tampoco su intención de pactos pre o post electorales.
En el otro lado del arco parlamentario, UPyD ha luchado en la Comunidad por llegar al 5%, aunque en un sondeo demoscópico de este mes se quedaba con el 3,8% y no entraría en las Cortes, ni siquiera con su mediático cabeza de cartel, el actor Toni Cantó. Tampoco Ciudadanos tiene claro su futuro, y Alexis Marí o Carolina Punset se disputarán la candidatura autonómica a la espera de alianzas.
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