MÚSICA
Isma Romero: «Siempre tuve claro que quería vivir de la música»
El músico valenciano, la nueva gran promesa del rock clásico en español, debuta con la multinacional Warner
Por su figura, sus gestos y su manera de pensar, Isma Romero parece haber nacido para encajar en el molde de sus sueños: el de rockero de la vieja escuela. Entrevistamos al músico de Benetússer el día que cumple 22 años, una edad que no se corresponde con su soltura. En su todavía corta trayectoria se ha enfrentado a retos importantes, como telonear a uno de sus ídolos, Ariel Rot, a los 19 años. O abrir para Leiva ante 6.000 espectadores. «¿Miedo escénico? Ninguno. Soy bastante nervioso por dentro, pero si estoy excitado antes de salir es por las ganas de tocar, nunca por si algo puede salir mal. Tengo completa confianza en mí y en mi banda».
«Antes de que esté prohibido» es el título del álbum de debut de Isma Romero, presentado por la multinacional Warner como la gran esperanza del rock clásico en español. La apuesta por su talento goza del consenso de los «grandes» de esta escena: Jaime Urrutia, Rubén Pozo, Sotos, Zahara… Para alguien que ha crecido escuchando (y versionando) a grupos como Los Rodríguez, Tequila y Fito y Fitipaldis, el hecho de que Candy Caramelo haya producido su primer disco es ya un sueño hecho realidad. En el LP, grabado en los estudios de Candyland Rock y La Cabaña, participan músicos como el propio Caramelo, Diego García «El twanguero» y José «El Niño» Bruno. Todos le han acogido bajo su ala, al apreciar en él una insólita frescura y autenticidad.
«Empecé a tocar la guitarra a los 14 años. Led Zeppelin, Dire Straits, Tom Petty, Chuck Berry, Rolling Stones… ellos me transmitieron energía y feeling, me enseñaron sobre la forma de interpretar. Pero Los Rodríguez, Tequila… ellos contaban historias que yo podía comprender», explica.
A los quince años, Isma Romero fundó su primera banda con varios amigos. Se llamaban Piso 16 y se subieron a la carretera de inmediato. Con la ayuda de sus padres, que les ayudaban a financiar los viajes y a hacer camisetas para vender, ofrecieron más de 200 conciertos en 4 años. «Desde entonces no he parado de girar. Siempre supe que quería que la música fuese mi forma de vida. Con el tiempo, el resto de la banda decidió tener otras prioridades, así que seguí adelante solo. Confiaba en mis canciones». También lucharon por él ciegamente sus padres, que nunca le empujaron a ir a la universidad. «La música es una carrera, e igual que un chaval quiere ser médico y sus padres le pagan los estudios, los míos invirtieron en mí».
Apenas cumplida la mayoría de edad, Isma Romero partió a su ciudad predilecta, Madrid, con 250 euros en el bolsillo. Para no desviarse ni un milímetro de su objetivo, evitó en todo momento pagarse el alquiler trabajando de camarero. «Empecé a impartir clases de guitarra, monté una banda de versiones de Tequila y Los Rodríguez y me ofrecí de guitarrista donde me quisieran». Al final, el esfuerzo dio sus frutos cuando su camino se cruzó con el de Caramelo.
Acabamos la entrevista preguntándole por el futuro, por la fama y lo que ésta conlleva. «Yo lo tengo todo muy claro. No he fumado en mi vida, ni me he drogado, ni me interesa. Solo quiero seguir tocando. Lo de las fans… eso lo llevo bastante mejor» (ríe).