VERLAS VENIR
Salir corriendo
«Yo creo que nuestra sociedad está en la fase 1, en la de huida de la realidad que no soporta»
A mí no me engañan. Si ya son 22.000 los apuntados a la marathón de este fin de semana en Valencia no es por amor al deporte, ni nada que se le parezca. En realidad, toda esta legión de amigos que se ha puesto a correr sin parar está huyendo.
Y ojo, que los de este fin de semana son aficionados. Total, corren 42 kilómetros y de vuelta para casita tan felices. Los auténticos especialistas en salir huyendo son los que ahora se cascan ultramarathones, iron men y toda esa larga serie de pruebas de 60 o 100 kilómetros atravesando montañas durante horas o días con una cantimplora de agua un par de geles asquerosos que, además, muchas veces sientan mal al estómago. Solo falta que les obliguen a hacerlo sin zapatillas.
Esos sin que son auténticos especialistas en salir corriendo. A esos no los echa mano ni el pequeño Nicolás montado en coche oficial y con escolta con sirenas encendidas abriendo paso.
Y la verdad es que no me extraña. Se está poniendo el país que me parece normal que la gente quiera salir corriendo.
Conocí una vez a un destacado hombre de la sociedad civil valenciana que era muy aficionado a la bicicleta. De hecho, salía todos los días a hacer no menos de hora u hora y media de ejercicio. El mismo explicaba que un día había descubierto que en realidad no lo hacía porque le gustase dar pedales sin fin. Lo hacía porque no quería estar en su casa. Y lo cierto es que la bicicleta le parecía un ejercicio saludable, pero tampoco para sobredosis como las que él se administraba.
Así es que unos días después de su descubrimiento, llegó a casa y le dijo a su mujer que quería el divorcio. De todo aquello le quedó una cierta afición por la bici que aún hoy práctica esporádicamente y una vida feliz tras conseguir deshacerse de una relación que ya no tenía ni futuro ni sentido.
Yo creo que nuestra sociedad está en la fase 1, en la de huida de la realidad que no soporta. Por eso son millones los que corren todos los días y millones somos los que también salimos en bici. Ahora solo hace falta que identifiquemos exactamente de qué nos tenemos que divorciar para poder dejar de correr de una vez y ser un poco más felices.