Un diamante entre pesas

RAÚL COSÍN y FOTO: JOSÉ RAMÓN LADRA

La haltera Alba Sánchez, de 16 años, camina con firmeza en su deporte y vive un sueño en el Mundial absoluto

Fuerza mental y pasión. Ahí está la clave; ese es el gran fundamento para mirar frente a frente al deporte y su exigencia. El principal «músculo» es el que manda las órdenes al resto del cuerpo para enfrentarse al levantamiento de peso. Y no sólo es cosa de hombres. Las mujeres demuestran lo contrario. Dominan las dos formulaciones de la fuerza –mental y muscular– precisas para la halterofilia. La expedición española en Almaty (Kazajistán) tiene a seis féminas que rebosan ambición y talento para lograr metales en el Mundial de la disciplina y al menos dos plazas para los próximos Juegos Olímpicos de Río. Y en ese grupo, acude una joven alzireña, de 16 años, Alba Sánchez Ferrer (Alzira, Valencia, 10/1/1998) para la que este deporte no es ningún secreto. En tierras kazajas está con Lidia Valentín, Atenery Hernández, Sheila Ramos, Irene Martínez, pero sobre todo con su tía Estefanía Juan. Por ella, de hecho, nació su pasión por la halterofilia. «Tenía nueve años cuando vi a mi tía levantar pesas por primera vez en una competición y me impactó mucho este deporte. Ver a una chica levantando tantos kilos me pareció impactante. Le comenté a mi madre que quería hacerlo yo también. Al principio, no le hacía mucha gracia, pero al final habló con mi tía. Me hizo la prueba de flexibilidad con un palo de escoba y me dijo que valía, que fuese al gimnasio, que mi entrenador me quería allí. Fui el primer día. Probé. Me gustó y hasta la fecha», explica la haltera.

Alba acudía antes de eso a clases de baile y con nueve años se encontró con una situación demasiado cruda: «La profesora le dijo a mi madre que yo no valía para el baile porque era muy bruta». Como fuera, la alzireña, de mirada tierna y fino rostro, encontró su sitio en la halterofilia, respecto a la que subraya que «las chicas cuando ven este deporte se piensan que pierden la feminidad, pero en absoluto. No tiene nada que ver en este caso el deporte con tu forma de ser. El cuerpo sí puede cambiarte, pero el ser chica y femenina está por delante que el deporte. Hay mucha leyenda, pero es falso».

Alba es uno de los grandes diamantes de la halterofilia española, cuyo progreso ha ido cargándose de avales con triunfos y una excelente predisposición para «trabajar, autoexigirme, esforzarme por mis objetivos». Llevaba sólo diez meses en la disciplina cuando ganó su primer campeonato de España. Tenía diez años. Ya entonces soñaba con llegar a entrar en la Blume y el centro de altor rendimiento. Eso lo logró con catorce años, camino de los quince.

Se iba cargando de argumentos previamente: «Mi entrenador me veía, me decía que yo valía para esto, pero que no me tenía que desmotivar y que tenía que trabajar mucho. Desde el principio yo ya quería levantar pesas e ir a todos los campeonatos. En 2011 me cogieron para ir a un Europeo, en el que quedé quinta. Ya determiné entonces que esto era lo mío, me convencí».

Alba, una de las integrantes del equipo del Proyecto FER, que impulsa la Fundación Trinidad Alfonso, está completando una buena temporada y el Mundial absoluto, confiesa, le llegó inesperadamente. Primero, porque no fue realidad hasta que se consiguió una sexta plaza para España. Además, su tierna edad. «Mi objetivo ya lo cumplí, que fue quedar campeona de Europa sub’17. No salieron las cosas en los Juegos de la Juventud como queríamos, pero desde luego ir al Mundial absoluto lo compensa muchísimo».

La alzireña tiene buena maestra: «Mi referencia es mi tía –Estefanía Juan–. Es una grande y ojalá llegue a ser como ella. Tiene unos registros muy altos. Llegar hasta donde ha llegado ella va a ser difícil, porque tiene bastantes títulos de campeona del mundo, de Europa y demás, pero intentaré ser mejor que ella». Alba y Estefanía se motivan mutuamente cuando entrenan juntas. Ahora viven el Mundial de un deporte, la halterofilia, en el que la fuerza no es la clave, considera Alba: «Puedes tener la fuerza o la técnica que sea, que si estás bloqueada la barra no sube. La cabeza es lo más importante. Piensas, te concentras y ejecutas».

Un diamante entre pesas

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