centro de recuperación de la fauna el chaparrillo

Guardianes del cielo

El Centro de Recuperación ha recibido este verano a más de 300 ejemplares de aves, duplicando la cifra de otras épocas estivales debido al calor

Guardianes del cielo m. cieza

LEONOR BARAZA

Desde hace unas semanas se ocupan de la recuperación del que ya se conoce como «el buitre de la autovía», un polluelo de leonado que un hombre encontró en la A-41 de Puertollano y que se ha hecho famoso a través de las redes sociales. Este es el inquilino más mediático del Centro de Recuperación de Fauna «El Chaparrillo», un recurso de la Dirección de Política Forestal de la Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha donde se guarda y vela por el bienestar de los habitantes del cielo ciudadrealeño, sobre todo aves rapaces amenazadas.

El Centro de Recuperación de Fauna Silvestre (CRFS) es uno de los departamentos del Centro agrario y ambiental El Chaparrillo, donde se realiza investigación y experimentación con cultivos como el pistacho y se impulsan diferentes proyectos relacionados con el medio ambiente, entre ellos la educación ambiental.

Al frente de este recurso, que dirige Víctor Díez, en dependencia del jefe provincial del Servicio de Medio Ambiente, José María Toledano, está la veterinaria María José Soto, y la especialista en fauna silvestre, la también veterinaria Elena Crespo. Ellas son las encargadas de tratar y recuperar clínicamente a todos los ejemplares que llegan al Centro, así como de prepararles para su reintroducción en el medio, una labor en la que también colaboran un técnico de manejo, un agente forestal y un peón.

La principal función del CRFS es la asistencia clínica-veterinaria de la fauna silvestre amenazada, lo que no incluye fauna catalogada como cinegética, que incluye especies en peligro de extinción como el águila imperial ibérica o el águila perdicera, y las que se consideran vulnerables y de interés especial.

El número de ejemplares que ingresa cada año ha ido aumentando con el tiempo. Solo en 2014 fueron un total de 444 las admisiones, de las que 322 fueron de animales con vida. Los meses de verano, según explican las veterinarias a ABC, son los más duros para los potenciales pacientes de este «hospital del aire», ya que después de la nidada los polluelos que inician su camino hacia la independencia y que todavía no dominan el vuelo pueden desorientarse y perderse.

Esto, unido a las altas temperaturas que contribuyen a su rápida deshidratación, ha hecho que solo en lo que llevamos de verano hayan ingresado en el Centro más de 300 animales, entre ellos 60 cernícalos primilla, 20 cernícalos vulgares, cinco águilas imperiales, 18 autillos, 20 cigüeñas blancas, 20 lechuzas, ocho búhos reales y 10 ejemplares de polluelos de buitre, entre ellos el leonado de la autovía. La cifra duplica la cantidad de otros años durante la misma época.

Las causas por las que un ejemplar llega a este Centro son variadas, enfermedades como el botulismo, traumatismos, desnutrición, intoxicaciones, electrocuciones, caídas del nido, heridas de bala o atropello son solo algunas. Cada uno tiene un historial clínico diferente, un tratamiento personalizado y un gran número logra recuperarse para volver a su hábitat. De los 322 que ingresaron con vida el año pasado 148 fueron liberados.

Los irrecuperables

Los que no lo consiguen son los inquilinos permanentes, los que el personal llama «irrecuperables» y que viene a ser un 7% del total de los admitidos cada año, según los datos de la memoria 2014 del Centro. Realizan, por otro lado, una labor singular ya que acompañan a aquellos que tienen que prepararse para volver a la naturaleza y ayudan en las labores de educación ambiental, fundamentalmente dirigidas a que los niños conozcan las diferentes especies y se inicien en el respeto hacia los animales.

El ejemplar con más edad de la colonia de éstos a los que no es posible reinsertar es un macho de águila imperial ibérica que tiene 20 años de edad y que convive con una hembra de la misma especie. Ninguno de los dos puede volar ya que hace un par de años sufrieron una electrocución en un tendido eléctrico, lo que les ocasionó graves daños tanto en las alas como a nivel cardíaco. El águila imperial es una de las especies más amenazadas del mundo.

Catalogada como de «interés especial» está también otra de las inquilinas de este centro, un águila pescadora de las Baleares que se alimenta de pescado y que llegó a la Península durante un movimiento migratorio. Es un ejemplar único que recibe toda clase de mimos y que en breve tendrá hasta su propia cascada de agua que le pueda recordar a su hábitat natural dado que tampoco puede volar al ser víctima de una electrocución.

Completan este singular vecindario un grupo de buitres negros y leonados, entre ellos algunos pollos que serán reinsertados próximamente, que se disputan los mejores trozos de comida, águilas reales, cigüeñas y un águila culebrera, entre otros.

Otra de las funciones de este departamento de El Chaparrillo es el seguimiento del estado sanitario de la fauna silvestre para controlar enfermedades como la gripe aviar o la fiebre del Nilo, enfermedades que se transmiten a las personas. El chequeo sanitario del estado del cielo revela este verano que todo está tranquilo, confiesa María José Soto. También se ocupa de realizar las necropsias del Plan contra el uso del veneno en el medio natural, así como de evitar el sufrimiento gratuito a aquellos ejemplares que no tienen cura, y a los que se les practica la eutanasia.

Finalmente, entra también en las funciones del Centro apostar por la conservación. Por eso, hay aves que no se pueden reinsertar pero que se donan a asociaciones para propiciar la cría y darles una mayor utilidad.

Los agentes ambientales

La mayor parte de los animales que ingresan en el CRFS lo hacen gracias al trabajo de los Agentes Medioambientales de la Consejería de Agricultura, cuya labor, según resaltan las veterinarias, es fundamental. Solo el año pasado fueron responsables del 69% de los ingresos. Gracias a su colaboración en el traslado de fauna herida y a labor de la Central de Incendios (COP) de Ciudad Real, que coordina las recogidas, la mayoría de los avisos recibidos en el Centro se pueden atender rápida y eficazmente, lo que incrementa las posibilidades de recuperación de los ejemplares.

Destaca también la labor del Seprona que realizó en 2014 el 11% de los traslados de fauna herida y casos de veneno. Además los cuarteles de la Guardia Civil y de la Policía Local en muchas ocasiones sirven de puntos de recogida de fauna facilitando la entrega de ejemplares heridos a los particulares que los encuentran.

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