Obras de arte al natural
Los vecinos de la localidad ciudadrealeña de Piedrabuena recrean en el interior de sus viviendas lugares mágicos de la naturaleza, coincidiendo con las Cruces de Mayo
Cruces de Piedrabuena son verdaderas obras de arte con la que los vecinos de este municipio de la provincia de Ciudad Real recrean en el interior de sus viviendas lugares mágicos de la naturaleza, una costumbre que se repite cada año y que concita el interés de miles turistas.
Y es que las Cruces de Piedrabuena, dicen sus vecinos, es una de esas tradiciones de las que hay que disfrutar, al menos, una vez en la vida, porque forman parte del patrimonio etnográfico de Castilla-La Mancha.
Este hábito, mantenido a lo largo de los siglos por los vecinos de este municipio es una muestra única de la cultura tradicional que no sólo ha sobrevivido al paso del tiempo y la evolución social, sino que se ha consolidado en las últimas décadas tras pasar por momentos en los que parecía haber quedado en desuso.
Se trata de una tradición muy singular, con la que los vecinos deciden engalar espacios de sus viviendas, montando en ellas altares religiosos cuyas pareces están revestidas con una planta ornamental característica del monte mediterráneo como es el brezo.
En otros casos, las habitaciones en las que se instalan las cruces se engalanan con finas telas, manteniendo siempre una tradición que perdura inalterable desde 1850, fecha de la que se tiene datos de que ya se celebraba como se conoce en la actualidad.
Las Cruces, junto a los Mayos, que se cantan durante estos días, son una muestra de la huella que ha dejado la sociedad tradicional y que los vecinos están dispuestos a conservar.
En una cueva
Este año, una de las Cruces que se pueden ver en Piedrabuena ha quedado enclavada en una profunda cueva que es dueña del pasado y que encierra historia y leyendas que hablan de la Edad Media y de cómo a través de ella se conectaban los castillos de Mortara y Miraflores.
Esta cueva da cobijo este año a una de las cruces más espectaculares en la que se ha recreado un espacio natural, donde se mezcla la veneración religiosa hacia la Cruz con el agua, las plantas y el brezo, que se erige como elemento principal y esencial.
Otra de las Cruces más originales se puede ver en el castillo de Mortara, donde en una de sus cuevas el brezo se ha empleado para componer un espacio de formas geométricas que adentran el pasado a quien la visita.
El alcalde de Piedrabuena, José Luis Cabezas, en declaraciones a Efe, ha comentado que este año esperan que sean más de 15.000 personas las que acudan a ver las once cruces que las diferentes asociaciones del municipio han confeccionado y que pueden ser visitadas hasta el próximo día 15 de mayo cada día, a partir de las 19:00 horas.
Cabezas ha puesto en valor el trabajo que en los últimos años vienen realizando estas asociaciones para mantener esta tradición, como también el que los mayeros «continúen fieles a la cita cada año para hacernos disfrutar con este singular canto, cuya interpretación rítmica se hace manera especial en Piedrabuena».
¡Qué preciosidad!, ¡Impresionantes! son alguna de las expresiones que se escuchan entre los turistas que descubren las Cruces por primera vez, como es el caso de Cesáreo Ortega, un madrileño afincado en Fuente el Fresno (Ciudad Real) que este año ha acudido por primera vez a visitarlas y que asegura que le parecía mentira que «esto pudiera hacerse y que fuera tan bonito».