Una Torre de Babel para organizar el caos

Desde el puesto de mando en Manzanares, la UME dirige el operativo de 4.000 personas que participan en el simulacro de emergencia de nivel 3

Una Torre de Babel para organizar el caos FOTOS: M. CIEZA

L. BARAZA

Ocho horas y media. Ese fue el tiempo que la Unidad Militar de Emergencia necesitó para «entrar en eficacia» tras hacerse cargo del mando ante la catástrofe química que se desató a las 4.30 de la madrugada del martes en una fábrica de Daimiel en un simulacro con el que esta unidad de élite pretende medir su capacidad de respuesta ante «una situación límite».

El teniente general César Muro Benayas, jefe de la UME, está al mando de este ejercicio en el que están participando unas 4.000 personas, 1.500 de ellas civiles, y que tiene establecido su puesto de mando en Manzanares, a apenas 20 kilómetros del epicentro de la tragedia.

Desde ese punto, hasta donde los militares han desplazado su tecnología más moderna y novedosa, según apunta el teniente coronel José Luis Guerrero, jefe de sección de Operaciones del Estado Mayor de la UME, se controlan todas las operaciones que las unidades subordinadas están desarrollando sobre el terreno.

Es aquí donde las distintas células que integran el dispositivo, como inteligencia, logística, operaciones aéreas y personal, toman las decisiones. Es aquí donde se tensa la cuerda al máximo para obligar a que las situaciones estén siempre al límite y no decaiga la tensión entre los que trabajan a pie de campo.

Participan 30 países

Banderas de al menos 30 países ondean en la puerta de este puesto de mando en el que el inglés y el español se dan la mano como idiomas oficiales. Es una especie de Babel, reconoce el teniente coronel al mando, porque no solo hay observadores internacionales, si no también algunos contingentes militares extranjeros que utilizan este ejercicio para formarse.

España saca pecho. Actualmente puede presumir de tener una de las Unidades de Emergencia más eficaces del mundo. «Venimos a aprender, nos interesa mucho el equipamiento. Vemos que esto está muy organizado», asegura para ABC el comandante Luna Luis, de la República de Ecuador.

Su presencia en este simulacro obedece a la ambición de muchos países de formar a sus militares para actuar en emergencias del más alto nivel, sobre todo en países de América del Sur donde los volcanes o las inundaciones son escenarios habituales. Egipto, Brasil, Portugal, El Líbano, EE.UU. –con 120 militares integrados en la misión- o Filipinas son algunas de las nacionalidades de estos soldados que estos días se despliegan por distintos puntos de la provincia de Ciudad Real.

Y es que, aunque las operaciones se dirigen desde Manzanares, y la tragedia tuvo lugar en Daimiel, localidades como Almagro –donde se están alojando 800 militares- Torralba o Ciudad Real, también están notando la presencia del contingente.

Traslado de heridos

Ayer mismo, por ejemplo, se desarrollaban dos actuaciones en escenarios diferentes. A las 11 de la mañana un T21, un avión medicalizado, aterrizaba en la pista el Aeropuerto de Ciudad Real con el fin de recoger heridos para trasladarlos a hospitales de otras provincias. Bajo el supuesto de que Ciudad Real no tiene ya más capacidad para atender a damnificados, varios helicópteros trasladaron a los heridos hasta este punto.

El ejercicio, que se repetirá hoy, incluye también –explicaba el teniente coronel- labores de descontaminación.

No hay que olvidar –precisaba- que este operativo parte del supuesto de que existen elementos tóxicos dañinos para las personas como gases o partículas que es necesario eliminar.

También como parte del entrenamiento, en Torralba de Calatrava se levantaba ayer una morgue. Un lugar hasta el que fueron trasladados los cadáveres de los fallecidos y hasta donde llegaron las familias. Un lugar en el que el shock inicial se transformó en gritos, llantos, histeria y donde entraron en acción psicólogos y trabajadores sociales.

Además de los trabajos de contención en el río Guadiana y de la adecuación de los campamentos de damnificados en el perímetro de Daimiel, una de las singularidades de este simulacro es que «se trabaja en tiempo real», lo que viene a añadir un plus de incertidumbre. No se sabe lo que puede ocurrir, dice el mando de la oficina de prensa: la información llega al puesto de control y ahí se traduce en órdenes.

Trabajar en el caos

Cuando la UME llegó el lunes a Daimiel, un municipio de 20.000 habitantes y cuya cercanía a Las Tablas ha sido determinante para ser escogido como escenario del simulacro, se encontró con el caos de la fase inicial. A las 12.30 horas se hacía cargo de la situación, tras decretarse el nivel de emergencia 3, tomando el relevo del Gobierno de Castilla-La Mancha que inicialmente coordinó la acción.

Y ese caos, el que durante estos cuatro días (hasta el jueves) intentará ordenar esta Unidad poniendo en práctica el Plan Estatal de Riesgo Químico, es precisamente el marco buscado. «Hay que saber trabajar en el caos, llegar rápido, tomar el relevo, ubicarse y hacer el reconocimiento», resume el teniente general César Muro.

Después de eso, la evacuación sanitaria se erige como objetivo principal porque la situación es trágica: 1.500 heridos con el agravante de que existe una posible contaminación por gases o por partículas que obliga a descontaminar a los afectados.

El jueves a mediodía se dará por finalizado este ejercicio con el reconocimiento de los lugares afectados y la elaboración «en caliente» de los primeros informes de resultados.

Habrá que esperar hasta dentro de cinco o seis meses para reunir toda la información y evaluar el resultado. «El éxito es hacerlo. Es un simulacro, y si quisiéramos siempre saldría bien, pero de lo que se trata no es de eso, se trata de actuar ante situaciones límite para sacar lecciones y ver cómo se ha hecho», mantiene el jefe de la Unidad Militar de Emergencias.

Francia y Marruecos

En este post ejercicio también tendrá voz la comunidad internacional a través de los países participantes y especialmente Francia y Marruecos, con los que España colabora estrechamente, porque –dice el teniente general- «siempre decimos que la tragedia no tiene fronteras».

El simulacro de la UME en Daimiel comenzó en la madrugada del martes con la explosión simulada de las instalaciones de la empresa OIL Company Daimiel SA. La deflagración produjo un fenómeno de explosión de vapores que se expanden al hervir los productos químicos que se conoce como «Bleve» lo que conllevó una lluvia de metales con un movimiento de tierra de magnitudes mayores que un terremoto lo que obligó a movilizar a esta unidad militar de élite.

Una Torre de Babel para organizar el caos

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