ENTREVISTABeatriz LarrazGrupo de investigación del Tajo
«Quiero creer que nos volveremos a bañar en el río, es una cuestión de voluntad»
Una exposición de fotografía muestra el evidente deterioro del río a su paso por Toledo en la Facultad de Ciencias Jurídicas y Sociales de la UCLM
![«Quiero creer que nos volveremos a bañar en el río, es una cuestión de voluntad»](https://s3.abcstatics.com/Media/castillalamancha/79821176--644x429.jpg)
La pasada semana se presentó en Toledo una exposición itinerante que enseña el evidente deterioro del río Tajo. La muestra, de 35 fotografías, estará este mes en la Facultad de Ciencias Jurídicas y Sociales de la Universidad de Castilla-La Mancha y ha sido elaborada por el grupo de investigación «El Tajo, hacia un enfoque holístico de sus problemas y soluciones». Un grupo heterogéneo, formado por más de 30 investigadores de diferentes ámbitos (hay abogados, economistas, sociólogos...) y de distintas universidades. Una de sus responsables es Beatriz Larraz (Madrid, 1969), licenciada en Matemáticas y profesora de Estadística en la UCLM, que dice estar metida en el grupo por «vocación de servicio y conciencia medioambiental».
—Parafraseo a Vargas Llosa. ¿En qué momento se jodió el río?
—Ya en 1972 se prohíbe el baño en el Tajo a su paso por Toledo. Eso es consecuencia de la contaminación que viene de Madrid. Madrid capta toda el agua de la sierra y la utiliza como un embudo. Y de ese embudo lo que sale son las aguas de depuración. A partir de 1972 hemos ido de mal en peor. En 1981 comienza la explotación del trasvase Tajo-Segura por el cual quitan el 80 por ciento del agua de cabecera. El río ahora ya no tiene prácticamente caudal.
—¿Cuáles son sus problemas?
—Además de la contaminación, está la falta de dinámica fluvial del río. Al grupo de investigación del Tajo nos llaman «encefalograma plano» en el sentido de que no se mueve el caudal. El caudal está tan controlado por las hidroeléctricas que en la última parte, la extremeña, hay embalses durante 300 kilómetros y el río discurre entre ellos. Esto no es un río desde el punto de vista técnico.
Contaminación, falta de caudal, de dinámica fluvial… El problema es el desarrollo económico, que debería ser más sostenible, respetuoso con el medio ambiente. Estamos incumpliendo la directiva europea marco de Agua. Para que se haga una idea: el Plan Hidrológico de la Cuenca del Tajo tenía que estar aprobado en 2009 y se aprobó el año pasado. España será multada por ello.
—En la presentación de la exposición dijeron que el Tajo «tiene solución, como otros ríos de Europa». ¿Cuáles son los ríos rehabilitados y qué se hizo?
—Es una linea de investigación de la que no le puedo contar mucho porque estamos en ello. Lo que sí le puedo decir es que en Europa nos llevan mucha ventaja en este tema. En Francia, en Inglaterra, en Alemania. ¿Qué hicieron? Medidas de mejora depuración, de mejora de ribera y siempre, siempre implicando a la ciudadanía.
—¿Por qué nunca hay acuerdo político sobre el agua? ¿Los políticos son responsables de este desaguisado?
—Responsables son porque su labor es ponerse de acuerdo. Ahora, ¿por qué no lo hacen? Quizás forma parte de la idiosincrasia humana. Ese egoísmo que muchas veces tenemos al ver los problemas desde nuestro punto de vista, en este tema queda más que patente. Ves como el mismo partido no se pone de acuerdo en Murcia y Castilla-La Mancha, por ejemplo.
Hay un análisis de Enrique San Martín, profesor de la UNED, en el que el beneficio del trasvase Tajo-Segura no es tal. La pregunta que planteó es: ¿Y a España le ha compensado el trasvase? La respuesta es no. Si tenemos en cuenta lo que costaron las obras, desde 1981 a día de hoy el resultado es negativo. Es decir, que desde el punto de vista de una empresa privada no se habría iniciado. Ese tipo de exposiciones no se tienen en cuenta. ¿Qué ocurre? Que si tú preguntas en Murcia o el Levante, para ellos sí es beneficioso.
Si no nos ponemos en el lugar del otro, nunca vamos a solucionar los problemas. En este grupo de investigación no se propone el cierre del trasvase. Se propone: «Vamos a empezar a hablar». No porque queramos el agua para nosotros, que también, sino porque no queremos esos lodos que se muestran en la exposición.
—¿La situación económica de crisis influye en el tratamiento del río?
—Influye, fíjese, en las últimas noticias sobre que en Madrid se ha concedido a determinadas constructoras la explotación de nuevas estaciones de depuración. Esto se tendría que hacer desde las comunidades autónomas. ¿Por qué? Porque si se deja en manos privadas, si no se les pone unos límites, estas funcionan exclusivamente en función del beneficio. Es decir, que todo lo que sea poner en manos privadas cuestiones tan importantes para nosotros sí que afecta. Ahora, ¿esto se hace por falta de dinero o en función de una idea de modelo económico? Pues eso ya es otro concepto.
—¿Qué diferencias hay entre tener un Tajo sano o uno enfermo?
—Hay muchas. La primera es esas vivencias sobre el río. La gente se bañaba en las playas que había en Toledo. Eso ya no se puede hacer desde hace 43 años, con lo cual se está perdiendo hasta esa memoria. Lo que quedan son unas fotos antiguas, que parecen de otra época, aunque esa época puede volver. Una ciudad con un río sano es fantástica. La misma senda que existe en Toledo, que va por debajo del Casco, da un poco de pena.
Desde el punto de vista económico, también. Ahora hay un proyecto de una tirolina. Cuando lo oí, dije: «¡Qué moral tiene esta gente!». Cuidado con que nadie se caiga al agua (añade entre risas). El paisaje es maravilloso, pero el agua no está aportando nada a esa maravilla. Se podría hacer mucho tipo de ocio y esta parte no la hemos explotado porque el río no es un río.
—¿De 0 a 10 si le pido una nota sobre la salud del río?
—En el eje central del Tajo un 0.
—¿Qué le parece entonces el proyecto de la tirolina y esas dos supuestas pasarelas sobre el río?
—Realmente no tiene ningún sentido. Todo lo que sea modificar sustancialmente las riberas no tiene sentido desde el punto de vista ambiental. Estamos en lo de siempre: hay que intentar congujar esa realidad social, de disfrute necesario, con el respeto al medio ambiente y con ese desarrollo económico, también necesario. Entre las tres cosas hay que llegar a un acuerdo. Con sentido común, que no es tan difícil.
—¿Qué enfermedades se podrían coger ahora dentro del río? ¿Se volverán a bañar en Toledo?
—Yo soy matemática, lo de las enfermedades no lo sé. En un máster que tenemos del agua y que hacemos un caso práctico, sí que me bañé. Más que bañarme, metí los pies hasta los tobillos. Cruzamos un agua absolutamente horrorosa, con todo lo que se pueda imaginar. Lo hicimos con los alumnos para que vieran que eso no es un río.
Sobre si nos volveremos a bañar, quiero creer que sí, porque no me parece tan difícil la solución. Es una cuestión de voluntad. ¿Cuándo nos podremos bañar? El año que viene, no y en diez años, a lo mejor tampoco.