OPINIÓN
Rucio sigue vivo en Consuegra
Por una pequeña cantidad se puede visitar el interior de este «gigante» y los secretos que alberga
No se trata del espíritu del fiel burro que acompañó a Sancho por esta localidad toledana. Tampoco es un evento más para captar turistas, aprovechando la efeméride de la publicación de la segunda parte de El Quijote. El Molino Rucio, uno de los doce que acompañan al castillo sanjuanista, situado en el Cerro Calderico de Consuegra, sigue más vivo que nunca.El primer molino que nos encontramos al subir el paseo empinado (que a diario utilizan los vecinos para ir andando, corriendo o en bici) está destinado a oficina de Turismo; el segundo a tienda de recuerdos y bebidas y ya casi al final, pasando el Castillo de la Muela, se encuentra el molino con más vida de todos: Rucio.
No es sólo un atractivo para la «Molienda de la Paz», que se celebra a finales de octubre en la fiesta de «La rosa del Azafrán», declarada de Interés Turístico Regional; o para la batalla de «Consuegra Medieval», en torno al 15 de agosto. Desde el pasado 2014, el Molino Rucio está funcionando diariamente: algunos días muele trigo, aprovechando alguno de los ocho vientos favorables para la molienda. Podemos sentirlos a través de los ocho ventanillos que posee en su planta más alta, donde una moderna pantalla nos va explicando el funcionamiento de los molinos y otros datos de interés, en varios idiomas. Por una pequeña cantidad se puede visitar el interior de este «gigante» y los secretos que alberga. Uno de los más reconfortantes espera en la parte de abajo destinada a souvenirs y a la recepción de turistas: un vaso de chocolate caliente que nos ofrece una simpática molinera y de fondo una agradable música medieval para ambientar la visita.
Entre la cantidad de objetos que podemos adquirir en la pequeña tienda, destacan un par de libros escritos y muy bien documentados por vecinos y conocedores de la localidad: Consuegra. Cuadernos de Historia y Cultura Popular, del Centro de Estudios Consaburenses (con dirección de Francisco Domínguez Gómez, José García Cano y Julio García Ortiz; fotos de Aurelio Redondo Almansa y muchos más. Y grandes colaboraciones como la del profesor Juan Francisco Palencia, o la de Juan Carlos Fernández-Layos de Mier). Este último, autor de la otra joya literaria: «La sombra del héroe», una narración novelada para dar a conocer la figura de D. Diego Rodríguez, hijo de don Rodrigo Díaz de Vivar, el Cid, vinculado históricamente a la ciudad de Consuegra.
Por si no encontraran bastantes motivos para visitar este molino, sólo añadir que desde Rucio se contemplan las más bellas postales de la geografía manchega; las mismas que divisó en sus días Don Quijote, al lado de sus gigantes inmortales.