El jurado popular comienza a deliberar hoy sobre el crimen de la calle Baños

La deliberación del jurado popular para determinar la culpabilidad o no del único acusado por la muerte a cuchilladas de dos paisanos dominicanos en Albacete el 2 de marzo de 2013 comienza hoy, después de que fiscal y defensa expusieran la pasada semana sus argumentos.

La Fiscalía enumeró las pruebas que ve para considerar a Douglas A.A.M.R. único autor de la muerte de sus primos L.N.B. y W.A.B., de 36 años, durante la tarde del citado 2 de marzo en el piso que ambos ocupaban en la calle Baños, en el barrio Feria. Los cadáveres fueron descubiertos al día siguiente a primera hora de la tarde por la novia de L.N.B. y dos amigos, que tuvieron que descerrajar la puerta para entrar al inmueble.

En su informe final, el fiscal explicó al jurado las pruebas que servirían para sustentar un veredicto de culpabilidad, empezando por la confesión inicial que Douglas hizo cuando fue detenido, tres semanas después del doble crimen. Para el fiscal, esa confesión de la que el acusado se retractó después «coincide con la escena del crimen», ya que describió «la forma en que mató a las dos personas», y los indicios encontrados «encajan como un puzzle» con lo que contó.

El fiscal aludió a indicios que arroparían esa confesión, como el testimonio de la empleada de un locutorio que asegura haberlo visto con una de las víctimas esa tarde y que, tras los crímenes, un compañero de piso lo vio tirando ropa. Considera «increíble» y «surrealista» las otras versiones dadas por el acusado, según las cuales dos encapuchados con pistolas y una persona con un cuchillo fueron los autores de los crímenes y él fue dejado con viva para cargar con las culpas.

Por su parte, la defensa argumentó que la novia de una de las víctimas incurre en contradicciones y conoce «las claves» de los asesinatos, y dijo que «unos hechos tan graves no se pueden resolver con ocurrencias». La abogada defendió que ese día hubo más gente en la casa e indicó que Douglas se encerró en su casa tras los crímenes y desechó el teléfono móvil «por miedo», porque los verdaderos asesinos le amenazaron de muerte para que no contara la verdad.

Tras los informes finales, el acusado hizo uso de la última palabra para dirigirse al jurado. «Están juzgando a una persona inocente», dijo.

La Fiscalía pide 18 años de cárcel por cada uno de los asesinatos, en total 36 años de prisión.