Un telescopio «tan grande como la Tierra» podría conseguir la primera imagen de un agujero negro
Doce antenas tratarán de ver la superficie del agujero negro del centro de la Vía Láctea y comprobar la validez de la Teoría de la Relatividad
Un equipo internacional de astrónomos se está preparando para conseguir la primera imagen de la historia de un agujero negro. El proyecto, que aspira a obtener la fotografía partir de 2018, será fruto de la colaboración entre 12 radiotelescopios de todo el mundo, universidades, agencias, el Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT, en inglés) y 100 investigadores de todo el mundo, entre otros. En teoría, el trabajo coordinado de varias antenas receptoras permitirá conseguir el rendimiento de un radiotelescopio tan grande como el planeta Tierra .
Imagen en rayos X de Sagitario A- Observatorio Chandra de Rayos X/NASA Según los cálculos de los astrónomos, Sagitario A ocupa un espacio tan pequeño como la punta de un alfiler en el cielo estrellado. Se cree que a su alrededor el espacio-tiempo está deformado y que por eso su imagen podría estar amplificada y distorsionada hasta formar una «sombra» de 50 millones de kilómetros. Desde la Tierra, ver esto sería como ver una naranja en la superficie de la Luna, según cálculos de Heino Falke y Fulvio Melia, del Instituto Max Planck de Radio Astronomía y de la Universidad de Arizona, respectivamente.
De hecho, este pequeño tamaño es la principal (pero no única) causa de que hasta ahora no se haya podido obtener una imagen del horizonte de sucesos. En radioastronomía se cumple la regla de que cuanto mayor sea la antena, mayor resolución o magnificación se alcanza. Por eso, la solución pasa este asunto pasar por construir un radiotelescopio virtualmente tan grande como la Tierra, por una parte, y por otra, por buscar el mayor agujero negro posible.
Estos son Sagitario A y el agujero negro supermasivo del centro de la galaxia elíptica M87, que es, de hecho, el segundo objetivo de este proyecto.
Actualmente, se cree que los agujeros negros residen en el corazón de la mayoría de las galaxias y en sistemas binarios (de dos estrellas) que emiten rayos X. Otras veces parecen ser los causantes de los famosos estallidos de rayos gamma.
Sea como sea, estudiarlos es clave para la física y la astronomía: son fundamentales para comprender la evolución de las estrellas, la formación de las galaxias y la naturaleza del espacio-tiempo.
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