NATURE
El primer encuentro sexual de neandertales y sapiens
Sucedió hace 100.000 años en Oriente Medio, un cruce en el que la otra especie humana inteligente recibió nuestros genes


El estudio parte del análisis de los genomas completos de un neandertal y un denisovano (otro misterioso ancestro humano) de las montañas de Altái en Siberia, cerca de la frontera entre Rusia y Mongolia, y la secuencia del cromosoma 21 de un neandertal de la cueva asturiana de El Sidrón y de otro de Vindija, en Croacia. Los resultados plantean un escenario completamente nuevo. Probablemente gracias a un cambio climático favorable, los humanos modernos salieron fuera de África hacia Asia hace más de 100.000 años, una expansión revelada por los restos encontrados en los yacimientos israelíes de Skhul y Qafzeh. Pudieron hacerlo por dos vías: a través de lo que ahora es Egipto e Israel o por la franja del Mar Rojo o el Cuerno de África hacia la Península Arábiga.
«Muchos creían que fue una migración fallida, sin descendencia, y que no llegaron muy lejos, pero unas herramientas de piedra recuperadas al sur de Arabia y los restos hallados en China recientemente nos dicen lo contrario», explica a ABC Antonio Rosas , profesor de investigación del CSIC en el Museo Nacional de Ciencias Naturales y coautor del estudio. Probablemente, estos humanos modernos se extinguieron más tarde y por eso no forman parte de nuestros ancestros.
Múltiples cruces
«Esos sapiens eran hombres de aspecto robusto y primitivo, que aún recuerdan al Homo erectus ; también portadores de rasgos que comparten todas las poblaciones subsaharianas actuales», describe Rosas. Durante ese viaje temprano se produjo la primera hibridación con los neandertales, que posteriormente pudieron desplazarse al sur de la actual Siberia, portando los genes sapiens. Pero no todos los neandertales tienen esas secuencias genéticas. No es el caso de los dos de la Península Ibérica, por lo que puede que esos grupos no coincidieran con los sapiens o, si lo hicieron, no tuvieran descendencia. Nuestra «huella» tampoco aparece en el denisovano analizado.
«Este descubrimiento representa un paso más en la demolición del anterior paradigma de la evolución humana. Ahora sabemos que ha habido múltiples cruzamientos entre humanos modernos y homínidos arcaicos que han contribuido a acelerar la adaptación de estas poblaciones», apunta Carles Lalueza-Fox, líder del Laboratorio de Paleogenómica del Instituto de Biología Evolutiva (IBE), quien también cree además que «esto ha debido ocurrir también en el pasado más remoto de nuestro linaje, desde hace millones de años».
[Pulsa sobre cada número para obtener más información]
Los hijos, con los sapiens
Los investigadores todavía desconocen cómo se produjeron esos encuentros entre ambas especies, si fueron varones sapiens y féminas neandertales quienes mantuvieron relaciones, o al revés. «Pero cabe sospechar que los descendientes híbridos, ya sea porque una sapiens se quedara embarazada de un neandertal o una neandertal fuera raptada por unos sapiens, permanecían en los grupos sapiens, y a su vez sus descendientes se cruzaban con otros sapiens», dice Rosas. «Lo que también está claro es que la hibridación fue relativamente frecuente pero cuantitativamente escasa: la transferencia de secuencias genéticas hacia el ser humano es pequeña, de solo un 2%», puntualiza. Sin embargo, las consecuencias llegan hasta nuestros días y es ahora cuando empezamos a descubrirlas. Una investigación de la Universidad Vanderbilt en Nashville (Tennessee, EE.UU.), publicada en la revista Science hace una semana, relacionaba la depresión, la adicción al tabaco, el infarto de miocardio e incluso algunas lesiones cutáneas con la herencia de esos parientes europeos.
El Homo neanderthalensis desapareció para siempre hace unos 40.000 años por causas que todavía son un misterio, aunque quizás la endogamia fue un factor determinante, ya que los neandertales tenían una baja diversidad genética. Cuando por fin pueda ser escrita, esa historia cerrará un capítulo de la evolución humana del que aún hay mucho que contar.