Los pobladores de Atapuerca comían perros

Fue una práctica esporádica, pero se prolongó desde el Neolítico hasta la Edad del Bronce

El Portalón de Cueva Mayor durante su excavación J. Trueba

J. de J.

El consumo de carne de perro es una práctica poco frecuente en las sociedades occidentales actuales (salvo en casos de crisis o escasez), aunque sí es más habitual en algunas culturas orientales. Sin embargo, científicos del Equipo de Investigación de Atapuerca (EIA) han descubierto que los pobladores de la sierra burgalesa se alimentaron de canes de forma esporádica desde el Neolítico hasta la Edad del Bronce.

Los investigadores encontraron distintas marcas de actividad humana sobre un total de 130 restos óseos de perro recuperados en contextos domésticos y funerarios identificados en El Portalón de la Cueva Mayor de Atapuerca (Burgos).

Según los autores del estudio, que se publica en la revista 'Archaelogical and Anthropological Sciences', esta evidencia indica que a lo largo de 2.000 años los habitantes de El Portalón consumieron carne de perro, aunque por el escaso número de restos creen que lo hicieron de forma esporádica. Este consumo podría estar relacionado con períodos puntuales de escasez de alimento o hambrunas , pero también con rituales o por considerar la carne de perro como una exquisitez .

Mandíbula de perro de los niveles Neolíticos del Portalón Nohemi Sala

Desde el punto de vista paleontológico, uno de los principales problemas fue identificar positivamente los restos de perro ( Canis lupus familiaris ) y distinguirlos de los del lobo ( Canis lupus lupus ), la especie salvaje de la que procede la forma doméstica. Apenas existen diferencias morfológicas entre los elementos óseos de ambas especies y uno de los criterios diagnósticos que ha permitido discriminar entre ellas es el tamaño, ya que en esos momentos el perro doméstico era significativamente más pequeño que el lobo.

La identificación de las diferentes marcas llevada a cabo por Nohemi Sala, investigadora del Centro Nacional de Investigación sobre Evolución Humana (CENIEH), revela marcas de corte, fracturas intencionales, evidencias de alteración por fuego, cocción y presencia de mordeduras muy posiblemente humanas.

Restos de perro de los niveles Calcolíticos con marcas de actividad humana (cortes, raspados, golpes, mordeduras…) Nohemi Sala

Evidencia más antigua

El consumo de perro detectado en los niveles Neolíticos de El Portalón (entre 7.000 y 4.500 años de antigüedad) es escaso, pero se sitúa como una de las evidencias más antiguas en la península ibérica junto con las del yacimiento de El Mirador, también en la Sierra de Atapuerca.

Las pruebas en los niveles del Calcolítico (5.000 a 4.000 años de antigüedad) y de la Edad del Bronce (entre 4.000 y 2.000 años) son algo más abundantes y demuestran que los habitantes de la Sierra de Atapuerca, a pesar de los cambios culturales, sociales, ambientales e incluso poblacionales, practicaron la cinofagia de manera sostenida en el tiempo.

En conjunto, las evidencias aportadas por El Portalón apoyan un posible cambio en el uso del perro desde el Neolítico, donde apenas se observa cinofagia, hasta períodos posteriores (Calcolítico, Bronce) en los que el uso ritual y su consumo se hacen más frecuentes.

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