El peligro de pillar un catarro en el espacio

La radiación y la microgravedad alteran el desarrollo de los microorganismos y debilitan a los astronautas

La NASA estudia las bacterias y hongos que viven a bordo de la Estación Espacial Internacional en busca de potenciales amenazas y de nuevos medicamentos NASA

ABC.ES

La vida en el espacio es un incordio para los astronautas. A las incomodidades de vivir en una pequeña nave y no poder ducharse o dormir en una cama, hay que añadir el problema de la casi ausencia de gravedad y el exceso de radiación proveniente del Sol y del espacio. Ambos factores debilitan los huesos, el corazón, los músculos y el sistema inmune.

El problema es que a pesar de lo incómodo y extremo que es para los astronautas, el espacio puede ser el hogar idóneo para las bacterias y hongos terrestres que sean capaces de adaptarse a esas duras condiciones. A causa de esto, surge un problema añadido. Los microbios que en la Tierra son inocuos pueden convertirse en un auténtico problema cuando en frente tienen a un astronauta con un sistema inmune muy deprimido.

Este es uno de los motivos por los que la NASA investiga qué tipo de microorganismos hay viviendo en la EEI y en los cuerpos de los astronautas. De hecho, hace unas semanas, un cargamento especial proveniente de las alturas trajo a la Tierra las muestras del experimento « Microbial Tracking-1 », con las que el equipo del investigador Kasthuri «Venkat» Venkateswaran, un biólogo que trabaja en el Laboratorio de Propulsión a Chorro de Pasadena (JPL), California (EE.UU.), estudiará cómo de peligrosos son estos microbios expuestos a la microgravedad y a la radiación.

En anteriores ocasiones, estos investigadores ya detectaron la presencia de bacterias del grupo de las «corinebacterias», causantes de infecciones respiratorias , o «propionibacterias», responsables de la aparición del acné , y presentes en el aire filtrado y en bolsas de vacío de la EEI.

Enviar hongos de Chernóbil

Pero el trabajo de los biólogos no acaba ahí. Al igual que hay microbios dañinos, también hay microorganismos beneficiosos para la salud . Por ese motivo, un reciente experimento también dirigido por Venkat, el «Micro-10», ha enviado ocho tipos distintos de hongos a la EEI. Y no se trata de microbios cualesquiera: todos ellos proceden de la zona más contaminada de los alrededores de la antigua central nuclear de Chernóbil , una zona devastada por la contaminación, y parecen tener predilección por las zonas radiactivas.

«Estamos enviando estos hongos a la EEI para ver si producen nuevos compuestos que se puedan usar como moléculas terapéuticas contra la radiacion », ha explicado Venkat. Quizás en el interior de estos hongos, que tan bien viven en esas duras condiciones, haya algún remedio capaz de amortiguar los efectosd e la radiactividad. Por eso, a bordo del laboratorio más alto del mundo, los astronatuas de la EEI se convertirán en biólogos en busca de sustancias potencialmente beneficiosas para el ser humano.

Búsqueda de vida

Además de ser potencialmente dañinos y potencialmente beneficiosos, los microbios que viven en el espacio tienen otra particularidad: pueden echar por tierra la búsqueda de vida más allá de nuestro planeta .

Al mismo tiempo que la NASA invierte cientos de millones de dólares en crear sofisticadas sondas, telescopios y complejas naves espaciales para buscar vida más allá de la Tierra, lo cierto es que un simple puñado de bacterias terrestres bastan para paralizar una misión de este tipo. El motivo es que todo aquello que viaje al espacio debe ser esterilizado. El peligro de no hacerlo es confundir a un microbio terrestre con un microbio marciano , o incluso aún algo más drástico: podría ser que una nave espacial llevara a un planeta formas de vida terrestres y estas empezaran a proliferar allí.

Esto es lo que lleva a aplicar el principio de prevención espacial a todas las misiones. Según él, se debe ser extremadamente escrupuloso a la hora de limpiar las naves de cualquier tipo de forma de vida. Por eso, la maquinaria del espacio se construye en «habitaciones limpias», libres de microbios y partículas de polvo, y siempre tratando de evitar que los científicos contaminen los instrumentos con su aliento o su piel. El día en que se envíe una tripulación a Marte o que un «rover» perfore el subsuelo en busca de formas de vida marcianas, toda la maquinaria habrá sido esterilizada antes, quizás gracias al trabajo de científicos como Venkat.

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