La NASA recalcula la probabilidad de que el asteroide Bennu choque contra la Tierra

Aunque siguen siendo bajas, la agencia espacial norteamericana indica que existe la posibilidad de que este cuerpo choque contra nosotros el 24 de septiembre de 2182

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Imagen del asteroide Bennu NASA / Goddard / University of Arizona

ABC Ciencia

Aunque aún queda tiempo, puede marcar en su calendario el 24 de septiembre de 2182 . Ese es el día, según un estudio publicado por la NASA en la revista ' Icarus ', en el que el asteroide Bennu tiene más probabilidades de chocar contra la Tierra . Pero no se alarme: aunque las posibilidades existan, solo son de una entre 2.700. O, lo que es lo mismo, el 0,037% de expectativas de impacto.

La agencia espacial estadounidense se apoya en las observaciones sobre el terreno de la nave OSIRIS-REx , que durante dos años ha estado orbitando al asteroide, de medio kilómetro de longitud . La sonda ya está de vuelta a la Tierra con un cargamento especial de más de 60 gramos de material extraído de la roca ; sin embargo, los científicos en nuestro planeta ya han podido extraer algunas conclusiones sobre el asteroide, como una aproximación más certera sobre su trayectoria.

«No creo que debamos hacer nada con respecto a Bennu», afirmó en rueda de prensa Lindley Johnson , científico planetario de la Oficina de Coordinación de Defensa Planetaria de la NASA. A pesar de que la agencia espacial quiere calmar los ánimos, ha afirmado que seguirá monitorizando de cerca a Bennu y a (29075) 1950 DA , los dos asteroides más peligrosos que, de momento, acechan la Tierra.

Como parte de su misión de recuperar muestras de asteroides, OSIRIS-REx visitó su primer destino, Bennu, por primera vez en 2018. Desde su órbita ha estudiado la composición, estructura, masa y temperatura del asteroide de la roca espacial, para después recuperar muestras y traerlas a casa. Se cree que Bennu es un fragmento de un planetesimal más grande , un bloque de construcción de planetas que se formó más allá de Júpiter en los primeros días del Sistema Solar, por lo que podría contener pistas importantes sobre cómo se formó nuestro vecindario cósmico. Está previsto que la sonda arroje su botín en paracaídas en el desierto de Utah en septiembre de 2023. Después continuará su camino hacia otro asteroide.

Bennu fue el objetivo elegido en parte porque su órbita alrededor del Sol es como la de la Tierra, por lo que los dos cuerpos se acercan periódicamente, lo que facilita que una nave espacial llegue y, después, regrese a nuestro planeta. Además, a Bennu ya se le tenía categorizado como un asteroide peligroso, por lo que los científicos expertos en defensa planetaria también podrían recopilar gran cantidad de datos. Porque, aunque solo tiene una vigésima parte del tamaño de la roca que mató a los dinosaurios, un impacto directo sería devastador a escala continental.

A partir de observaciones anteriores realizadas con telescopios en la Tierra, los investigadores saben que Bennu hará su próximo sobrevuelo más cercano a nosotros, dentro de la órbita de la Luna, en 2135 (sin apenas riesgo de impacto). Pero más allá de ahí, su camino no está claro, y habría distintos escenarios que podrían conducirle a un impacto con nosotros años más tarde. Esta situación se explica porque la gravedad de la Tierra podría darle un 'tirón' durante el sobrevuelo, alterando la trayectoria del asteroide. Los investigadores tenían localizados hasta la fecha 26 de los llamados ' ojos de cerradura gravitacionales ' alrededor de la Tierra, áreas del espacio donde, si el asteroide pasa a través de ellos, la gravedad de la Tierra podría desviar a Bennu hacia un curso de colisión con nuestro planeta más adelante.

El sobrevuelo en 2135, clave para 2182

Para tener una mejor idea de cómo se desarrollaría el encuentro de 2135, los investigadores dirigidos por Davide Farnocchia , del Laboratorio de Propulsión a Reacción de la NASA (JPL), analizaron esos datos y la nueva información recogida por la sonda. Con OSIRIS-REx y sus instrumentos de búsqueda tan cerca de Bennu, los investigadores pudieron precisar su órbita a unos pocos metros. Pero para calcular su trayectoria futura, tuvieron que considerar el arrastre del asteroide por del viento solar y el efecto gravitacional de 343 rocas cercanas y otros cuerpos. Y también tuvieron que estimar el impacto del efecto Yarkovsky , una pequeña cantidad de empuje causado cuando el lado de un asteroide que mira hacia el Sol se calienta y luego, después de haber girado, emite fotones térmicos en una dirección diferente. Farnocchia dice que esta fuerza es aproximadamente la misma que ejerce sobre un plato el peso de tres uvas.

Con estos datos, los investigadores pudieron eliminar casi todos los ojos de cerradura posibles por los que podría pasar Bennu en 2135, pero aún quedan dos con catastróficas posibilidades. Con ese conocimiento, pudieron marcar el 24 de septiembre de 2182 como el día de mayor riesgo para la Tierra. « En 2135, lo sabremos con certeza », afirma Farnocchia, ya que Bennu estará lo suficientemente cerca para rastrear con un radar terrestre y trazar su futuro camino.

Los nuevos resultados de la NASA «son definitivamente significativos, ya que el efecto Yarkovsky es a menudo la mayor fuente de incertidumbre restante sobre la predicción de la órbita y si un objeto cercano a la Tierra tendrá algún encuentro cercano con la Tierra en el futuro», explica el astrónomo Tim Lister , del Observatorio Las Cumbres. «Esto, a su vez, permite que las predicciones de la trayectoria futura de Bennu durante sus futuros encuentros cercanos con la Tierra sean mucho más precisas, reduciendo considerablemente la incertidumbre sobre la distancia perdida en el encuentro terrestre de 2135».

Aún hay esperanza incluso en el peor de los escenarios

Y si las peores predicciones se cumplen para entonces, aún hay esperanza. «Múltiples impactadores cinéticos podrían desviar a Bennu de una colisión. Eso será factible en un plazo de 50 años», afirma Johnson. En este sentido, la misión DART , de la NASA, probará una tecnología similar en el sistema Didymos, que será lanzada a finales de este mismo año. Por su parte, China ha propuesto enviar varios de sus enormes cohetes Long March V para cambiar su trayectoria.

«Toda la información proporcionada por OSIRIS-REx será enormemente valioso para evaluar las tecnologías de deflexión», afirma Jonhson, que también señala que la NASA y otras agencias espaciales, como la europea, están contemplando planes alternativos , como tractores de gravedad. «Dentro de 100 años, quién sabe cuál será la tecnología».

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