La NASA intenta recuperar la Voyager 2 tras un apagón de emergencia
La sonda entró en modo «a prueba de fallos» el pasado 25 de enero después de un fallo y ahora se trabaja para que vuelva a enviar datos científicos

Las sondas Voyager 1 y Voyager 2 , de la NASA, son los artefactos humanos más lejanos y las primeras naves en abandonar la heliosfera, la región del espacio dominada por el viento solar. Muchos no lo esperaban, pero gracias a su sólida factura y a la ausencia de ordenadores a bordo, las dos naves siguen funcionando 42 años después de ser lanzadas . Gracias a eso están mandando datos de gran interés científico sobre el medio interestelar, la región situada más allá de la influencia de nuestra estrella, a través de sus antenas. Están tan lejos que las señales que envían tardan en llegar a la Tierra 17 horas (en el caso de la Voyager 2) y más de 20 horas (en el caso de la Voyager 1).
Sin embargo, el pasado 25 de enero hubo un problema con la Voyager 2 . El aparato, del tamaño de un coche pequeño, no ejecutó la maniobra prevista por la que debía girar 360 grados para calibrar uno de sus instrumentos. Los análisis de telemetería, con datos recibidos en las instalaciones del Laboratorio de Propulsión a Chorro (JPL) en Pasadena, California, revelaron un retraso en los comandos de esa maniobra que dejaron activados dos sistemas que demandan altos niveles de energía. En consecuencia, se produjo una exceso de demanda energética y la nave entró en «modo a prueba de fallos» para disminuir el consumo, desactivando los instrumentos científicos.
Este 28 de enero los ingenieros del JPL lograron apagar uno de los sistemas que estaban consumiendo energía en exceso y volver a poner en funcionamiento los instrumentos de ciencia, pero todavía no han comenzado a recibir datos desde la nave. Por eso, los operarios todavía han de confirmar que la Voyager 2 ha vuelto a sus operaciones normales.
Here's the skinny: My twin went to do a roll to calibrate the onboard magnetometer, overdrew power and tripped software designed to automatically protect the spacecraft.
— NASA Voyager (@NASAVoyager) January 29, 2020
Voyager 2's power state is good and instruments are back on. Resuming science soon. https://t.co/4buDM32bap pic.twitter.com/4T856Lpxjm
La tarea es delicada. La nave se encuentra a casi 124 unidades astronómicas (UAs) del Sol, es decir, 123 más lejos del Sol que la Tierra, y muy lejos de la luz de nuestra estrella. En el casi vacío del espacio, el aparato necesita energía para caldear los circuitos y mantener en funcionamiento sus instrumentos. Su utilidad como nave científica depende de 16 propulsores de hidrazina y de varios giroscopios de estabilización, que son los que permiten orientar la nave para apuntar la antena hacia la Tierra , a una distancia de alrededor de 18.450 millones de kilómetros. Sin esta antena, no sería posible recibir los datos que recogen los instrumentos de ciencia.
Las Voyager se alimentan con energía nuclear . En su interior hay tres generadores termoeléctricos de radioisótopos (RTG), que obtienen su energía de 72 esferas de plutonio 238 y que, en teoría, alimentarán las naves hasta 2025. Sin embargo, a causa del proceso natural de degradación del material radiactivo los RTG de la Voyager 2 pierden una potencia de 4 vatios por año.
El año pasado los ingenieros desactivaron el calentador primario de uno de los instrumentos de la Voyager 2, con la finalidad de prolongar su vida útil sin que dicho instrumento dejase de funcionar.
Normalmente, además de este tipo de gestiones, el personal del JPL se esfuerza en controlar la temperatura de a bordo : esto se logra por medio de calentadores y aprovechando el exceso de calor proveniente de otros instrumentos y sistemas.
34 horas de espera
Hacer estas operaciones a tal distancia de la Tierra obliga a esperar que los comandos enviados hagan su camino, de 17 horas de ida , y que la respuesta resultante llegue hasta la Tierra, tras otras 17 horas de travesía. Además no se cuenta con un gran ancho de banda: la tasa con la que se reciben datos ronda los 160 bits por segundo , unas 100.000 veces menos de lo que llega hasta un smartphone .
Este fino hilo de información es muy valioso para los investigadores porque permite, todavía hoy, que los datos recogidos por las Voyager sirvan para que los científicos investiguen sobre lo que hay en las «afueras» del sistema solar.
Fundamentalmente, estos datos miden cuatro cosas: la fuerza y la dirección del campo magnético interestelar, el flujo de rayos cósmicos (protones que se mueven a velocidad de la luz y que vienen de supernovas que estallaron hace muchos millones de años), y las ondas de radio provenientes del espacio exterior.
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