Muere el naturalista Edward O. Wilson, apodado el 'Darwin moderno'

Descubrió más de 400 especies de hormigas y propuso conservar la mitad de la tierra y el mar para luchar contra el cambio climático

El naturalista Edward O. Wilson Archivo

Pedro Jordano

Con enorme desolación hemos recibido en la comunidad científica la triste noticia del fallecimiento del Profesor Edward O. Wilson , justo al día siguiente de conocer la pérdida de Thomas Lovejoy , otro gigante de la ecología, la biología de la conservación y el estudio de la Biodiversidad . Ambos estaban unidos por el interés y trabajo pionero al desarrollar el concepto de biodiversidad, pero también por su esfuerzo titánico en la conservación de nuestro planeta. Wilson es, parafraseando a sir Isaac Newton, uno de «esos gigantes a cuyos hombros caminamos para ser capaces de ver más allá».

Profesor en la Universidad de Harvard entre 1956-1996, donde también dirigió durante años el Museo de Zoología Comparativa, la obra de Wilson es inmensa, con más de 30 libros y 430 trabajos enormemente influyentes en el desarrollo de la ecología como ciencia. Destaca su teoría de la biogeografía de islas, según la cual la biodiversidad de las islas obedece a equilibrios entre procesos de colonización y extinción, que ha sido la base conceptual para, por ejemplo, el diseño de áreas de conservación y el análisis de los efectos devastadores de la pérdida de bosques. En 1975 con su libro Sociobiology: ' The New Synthesis ' creó la nueva disciplina de la sociobiología, para entender el origen y evolución de las sociedades animales, incluida la humana, no exenta de debate y críticas. En años recientes sus aportaciones al pensamiento sobre la conservación de la naturaleza le sitúan entre los grandes humanistas y pensadores del s. XX: las ideas de ' Biophilia ', la profunda reflexión, en su libro ' On Human Nature ' (Premio Pulitzer de No-ficción, 1978), sobre el papel de la biología en el origen y la evolución de la cultura humana, o su visionaria propuesta de 'Half-Earth' para la conservación de la mitad del planeta, o sus reflexiones sobre la naturaleza humana y nuestro lugar en la Tierra constituyen un enorme legado intelectual para generaciones futuras. Esa responsabilidad última que tenemos los humanos respecto a nuestro planeta proviene del vínculo estrecho, aunque no apreciado en general, entre las ciencias naturales y las ciencias sociales. El problema lo abordó Wilson en uno de sus últimos libros, ' Consilience: The Unity of Knowledge ' (1998) defendiendo la poderosa herramienta del humanismo científico, una visión del mundo compatible con el creciente conocimiento científico del mundo real y de la naturaleza, y basada en la razón, la ética secular y el naturalismo filosófico.

Wilson era un naturalista. Siempre defendió la importancia del conocimiento taxonómico de las especies (la idea de catalogar la Biodiversidad del planeta) y cómo estamos perdiendo a los expertos capaces de tal catalogación por falta de financiación adecuada para el mantenimiento de los museos y herbarios. Tal conocimiento es básico para conocer el alcance y extensión de la acelerada extinción de especies a la que asistimos. Ese fundamento naturalista de Wilson inspiró toda su obra y transcendió más allá de sus disciplinas de zoología y ecología. El fundamento de esa base naturalista era su apasionada afición por las hormigas y, en general, por los insectos, como muestra su fabulosa autobiografía ' Naturalist ' (1994) y que luego desarrollaría en su monumental obra ' The Ant s' (1990).

Entre más de 150 distinciones que recibió, una de las más significativas fue el Premio Fundación BBVA Fronteras del Conocimiento (2010). Recuerdo que el día tras la ceremonia había quedado con él para acompañarle al Real Jardín Botánico y visitar la biblioteca y el herbario, algo que ya habíamos hablado en un par de visitas previas que yo había realizado a su laboratorio en Harvard. Disfrutó como un niño pequeño viendo los originales de las láminas de Mutis y, sobre todo, los escritos originales de descripciones de especies de hormigas que él había estudiado posteriormente en Colombia y Perú y que luego resaltaría en su libro ' Kingdom of Ants: José Celestino Mutis and the Dawn of Natural History in the New World ' (2010). Cuando caminábamos por el jardín se detenía en cada planta con flor e identificaba los insectos que visitaban las flores; su conocimiento naturalista era portentoso. Su inmenso legado intelectual, su capacidad de tender puentes entre áreas de conocimiento, desde la biología a las ciencias sociales y las humanidades, y su empatía con la defensa de la vida en todas sus formas quedará para siempre entre nosotros.

Pedro Jordano es profesor de Investigación del CSIC en el Departamento de Ecología Integrativa de la Estación Biológica de Doñana y secretario del jurado del Premio Fundación BBVA Fronteras del Conocimiento en Ecología y Biología de la Conservación.

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