Hallan la evidencia más antigua de presencia humana en Atapuerca

Una lasca de 1,4 millones de años recuperada en la Sima del Elefante adelanta la ocupación en 200.000

Los codirectores de Atapuerca, Juan Luis Arsuaga (i), José María Bermúdez de Castro (d), y Eudald Carbonell (2d), junto al consejero de Cultura y Turismo de la Junta de Castilla y León, Javier Ortega (2i) EFE

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La portada de la revista 'Nature' anunciaba en 2008 el hallazgo en el yacimiento de Atapuerca , en Burgos, del europeo más antiguo, de 1,2 millones de años. Bautizado como Homo-sp, que significa 'especie indeterminada', su existencia se dedujo a partir de un único resto, una mandíbula incompleta encontrada un año antes en la Sima del Elefante . Si ese descubrimiento crucial confirmaba la llegada temprana de los homínidos a Europa, un nuevo hallazgo en el mismo lugar ya los sitúa aquí 200.000 años antes.

El 'tesoro' prehistórico es una pequeña lasca de cuarzo de 1,4 millones de años desenterrada varios metros por debajo de la famosa mandíbula durante la campaña anual de excavación que este mes ha llevado a cabo el equipo investigador de Atapuerca, dirigido por Juan Luis Arsuaga, José María Bermúdez de Castro y Eudald Carbonell . La muestra de industria lítica, considerada el hallazgo «más extraordinario» de la campaña, se encuentra en el nivel 7, que hasta el momento no presentaba ninguna evidencia de presencia humana.

Lasca de cuarzo de 1,4 millones de años de antigüedad encontrada en la Sima del Elefante María Guillén, IPHES

Las implicaciones del descubrimiento van aún más allá de Atapuerca. La lasca tiene la misma antigüedad que el molar del llamado Hombre de Orce, encontrado en el yacimiento de Fuente Nueva, en la cuenca granadina de Guadix-Baza. «Esto quiere decir que la Península Ibérica, o al menos una buena parte de ella, ya estaba completamente ocupada en esa época», dice Bermúdez de Castro. Probablemente, los homínidos que dejaron esa lasca fueron los primeros que consiguieron entrar en Europa. «Aunque nunca se sabe qué es lo que va a aparecer, no creo que podamos encontrar restos más antiguos», añade. Sí llegaron antes a las puertas del continente, como demuestran los restos de Dmanisi, en Georgia, de 1,8 millones de antigüedad.

«Estas poblaciones venían de África y no estaban habituadas a climas tan frescos como los que puede haber en el norte de Europa. No pasaron del Mediterráneo», recuerda Bermúdez de Castro. Precisamente, en el nivel 7 también se han recuperado restos óseos de diferentes animales, entre los que predominan los de suido (la familia de cerdos y jabalíes) y tortuga, que refuerzan la idea de que hace más de un millón de años la sierra burgalesa era un lugar más templado y húmedo que en la actualidad.

Presencia continuada

Además, nueve nuevas piezas líticas de hace 700.000 años descubiertas en el nivel TD8 de Gran Dolina llenan un vacío en el registro fósil y confirman la presencia continuada de humanos en la sierra a lo largo del tiempo. «El hallazgo es muy relevante, porque nos dice que las cuevas se ocuparon desde que se abrieron hace 1,4 millones de años hasta que se cerraron por completo. Atapuerca ha tenido ocupación humana de forma permanente», señala Marina Mosquera, coinvestigadora principal del equipo de Atapuerca en el Instituto Catalán de Paleoecología Humana y Evolución Social (IPHES). Bermúdez de Castro también subraya el valor de estas herramientas: «Estamos en una época similar a la del 'Homo heidelbergensis', que hace años se creía el más antiguo de Europa, y del que se sabe muy poco. Este nivel nos dará mucha información sobre esta época tan desconocida», afirma. Junto a las herramientas se ha encontrado abundantes restos de fauna, como fósiles de osos muy viejos que tal vez murieron durante el periodo de hibernación, además de rinocerontes, hienas, caballos y bisontes.

Las excavaciones empezaron el 1 de julio y finalizan el próximo día 28. Entre otros hallazgos, en la unidad TD4 de Gran Dolina se han encontrado numerosos restos óseos de especies que habitaron Europa hace 900.000 años, como una cadera y una mandíbula de rinoceronte 'Stephanorhinus etruscus'. La mandíbula encaja con el cráneo de rinoceronte que se recuperó en 1991 y que se exhibe en el Museo de la Evolución Humana, en Burgos.

Por su parte, en Cueva Fantasma destacan varios restos que evidencian el uso de este espacio por parte de las comunidades neandertales hace alrededor de 70.000 años. Mientras, en la cueva de El Mirador , los hallazgos aportan información relevante sobre las prácticas ganaderas y la cultura de las primeras comunidades pastoriles y agricultoras que colonizaron estas tierras durante el Neolítico. Por ejemplo, se han documentado diversos episodios de combustión, de hace unos 6.000 años, relacionados con la quema del estiércol de los rebaños. Una gran cantidad de restos de fetos y neonatos de ovejas y cabras, junto a la elevada presencia de progesterona (una hormona vinculada al embarazo) detectada en el estiércol, hacen pensar que se trataba del lugar donde se guardaban las hembras durante la fase final de la gestación y a las crías con sus madres en los primeros días de vida. En definitiva, un retrato completo a lo largo del tiempo de uno de los yacimientos más importantes del mundo.

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