El diluvio que despertó a un terrible volcán de Hawái

Un estudio señala que fuertes lluvias durante varios meses pueden estar detrás de las terribles eurupciones del Kilauea en 2018

Erupción del Kilauea en 2018 U.S. Geological Survey
Patricia Biosca

Patricia Biosca

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El 1 de mayo de 2018 los expertos empezaron a notar cientos de pequeños terremotos en la cara este del Kilauea , el volcán más activo de Hawái. Apenas dos días después, este gigante con una caldera de cuatro metros de diámetro erupcionó de forma repentina, causando la evacuación de emergencia de los alrededores. Fuentes de material incandescente se elevaban hasta 60 metros en el aire y la lava tapó 20 kilómetros cuadrados en torno a su caldera, que acabó colapsando en una enorme grieta. Su furia, que arrasó centenares de casas, no cesó hasta el 4 de septiembre siguiente .

Los científicos aún se preguntan el motivo de que el Kilauea no ofreciera pistas previa sobre su cercana furia, aunque un nuevo estudio de la Universidad de Miami (UM) puede arrojar luz sobre este asunto e incluso servir para predecir erupciones futuras en otros puntos del planeta.

«Una erupción ocurre cuando la presión en la cámara de magma es lo suficientemente alta como para romper la roca de su alrededor y su líquido puede viajar a la superficie», explica Falk Amelung , investigador de la Escuela de Ciencias Marinas y Atmosféricas Rosenstiel y uno de los autores del estudio publicado en « Nature ». Esta presurización en la cámara magmática provoca una especie de «hinchazón» alrededor del volcán de decenas de centímetros, pero los investigadores solo observaron apenas un levantamiento de solo dos o tres centímetros , lo que no cuadraba con una erupción inminente. «Por ello, comenzamos a pensar en explicaciones alternativas».

Entonces se empezaron a fijar en la lluvia: antes de la erupción, Hawai tuvo varios meses de precipitaciones anormalmente altas . Es por esto que los autores pensaron que la lluvia podría haberse infiltrado en el subsuelo del volcán y haber influido en su erupción. Su teoría es que habría debilitado la estructura del gigante despierto, permitiendo que el magma emergiera. Pero, además, los investigadores buscaron registros anteriores de erupciones y lluvias para comprobar si se repetía el patrón: descubrieron que desde 1790 en adelante, casi el 60% de las erupciones ocurrieron en la estación lluviosa , a pesar de es más corta que la estación seca. Esto sugiere una correlación entre la lluvia y las erupciones de Kilauea a lo largo de la historia.

Cambios en las profundidades

Si bien pequeñas explosiones de vapor y terremotos se habían relacionado en estudios previos con la infiltración del agua de lluvia en otros volcanes, se trata de la primera vez que se relaciona con mecanismos magmáticos más allá de la superficie, en procesos más profundos . «Sabíamos que los cambios en el contenido de agua en el subsuelo de la Tierra pueden desencadenar terremotos y deslizamientos de tierra . Ahora sabemos que también pueden influir como detonante en las erupciones volcánicas», explica Amelung. «Bajo la presión del magma, la roca, que está húmeda, se rompe más fácilmente que la roca cuando está seca. Es tan simple como eso».

Utilizando una combinación de mediciones de lluvia tomadas tanto en tierra como por satélite, Amelung y su compañero Jamie Farquharson , coautor del estudio, realizaron modelos de la presión del fluido dentro de la estructura del volcán a lo largo de su historia. La presión puede influir directamente en la tendencia a la formación de fallas en el subsuelo , que a su vez son responsables últimas de que la actividad volcánica emerja.

Los resultados del equipo señalan que se produjeron dos fenómenos : por un lado, las rocas pudieron de alguna manera «ablandarse», disminuyendo la presión entre ellas. Por el otro, la presión del magma alcanzó su nivel más alto en casi medio siglo , por lo que el volcán estaba «predispuesto» a erupcionar. Esta hipótesis además explica por qué no hubo una elevación generalizada y muy evidente en las laderas del volcán en los meses anteriores, ya que el agua habría servido para disminuir la dureza de la roca.

¿Puede pasar con otros volcanes?

Los autores destacan que si este proceso se puede detectar en Kilauea, es probable que también ocurra en otros lugares . «Habiendo establecido la evidencia de erupciones provocadas por la lluvia en Kilauea, será fascinante investigar otros volcanes», Farquharson. «Si podemos identificar las regiones del mundo donde existe este tipo de relación entre la lluvia y el vulcanismo, podríamos avanzar mucho hacia la alerta avanzada de los peligros volcánicos asociados».

Por ejemplo, ya se ha demostrado que el derretimiento de las capas de hielo de Islandia provocó cambios en la actividad volcánica. «Como se prevé que el cambio climático en curso provocará cambios en los patrones de lluvia, es posible que esto pueda influiren los volcanes en el futuro». Quizá haya que mirar al cielo para predecir las erupciones bajo nuestros pies.

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