Científicos reconstruyen 10.000 años de la historia de Roma escritos en el ADN
El análisis genético de 127 personas, enterradas en un periodo de tiempo de casi 12.000 años, ha revelado cómo cambió la población de la Ciudad Eterna
Roma experimentó dos grandes migraciones en la Antigüedad. En el momento de su fundación, sus habitantes eran muy similares a los que vivían en el Mediterráneo. En su caída, había recibido una importante influencia de Europa central
El rapto de las Sabinas es un episodio mitológico que trata de explicar un capítulo de los orígenes de Roma, la Ciudad Eterna. Allí, los romanos capturan a las mujeres de la tribu de los sabinos, llegando a enfrentarse a las armas con sus esposos y padres. Parece que al mezclar su sangre con la de esta gente consiguen una parte del vigor con el que los romanos sentaron los pilares de un imperio que se extendió por tres continentes y que existió durante cerca de dos milenios, hasta la caída de Constantinopla, en 1453.
Pero ni la mitología ni la historia pueden explicar con precisión quiénes son exactamente los protagonistas de esta epopeya . ¿Quiénes vivieron en Roma, incluso antes de que se fundara la ciudad? ¿Cómo recibió la urbe a los pueblos incorporados al imperio, cuando este asentamiento alcanzó una población de un millón de habitantes? Ahora, un estudio que se acaba de publicar en la revista « Science » ha realizado un profundo estudio del ADN antiguo para revelar la procedencia de un sinfín de generaciones de romanos. Los autores han estudiado el material genético de 127 personas procedentes de 29 yacimientos y que engloban un periodo de más de 12.000 años.
«Esta es la primera vez en que una investigación de ADN antiguo se centra en Roma , y es la primera en estudiar los cambios ocurridos en esa metrópolis tan importante», ha explicado a ABC Ron Pinhasi , investigador de la Universidad de Viena (Austria) y coautor del estudio junto a científicos de las universidades de Stanford (EEUU) y Sapienza (Italia).
Los investigadores han recurrido a técnicas de secuenciación de próxima generación que permiten «leer» pequeños fragmentos de material genético, recuperados de los huesos de individuos enterrados hace muchos siglos, y hacer estudios de poblaciones. De esta forma, han podido comparar a los romanos con otros grupos pretéritos, y observar una serie de flujos de población importantes: en resumen, en Roma ocurrieron dos grandes migraciones muy antiguas y un número de cambios menos drásticos en épocas más recientes. Así han averiguado que, cuando este Estado estaba en su apogeo, los habitantes de Roma eran muy similares a las personas que hoy viven en la cuenca del Mediterráneo y en Oriente Medio.
«La forma como la demografía de la ciudad cambió está atada a los grandes cambios en la historia de Roma», ha explicado Pinhasi. «Por eso creo que nuestros resultados confirman las conclusiones de otros estudios históricos y arqueólógicos, pero los nuestros son los primeros que pueden resolver una pregunta: ¿ Quién es la gente que está enterrada en los cementerios romanos ?».
Los restos más antiguos, de hace 12.000 años
Para responder a esta pregunta hay que viajar hasta la cueva de «Grotta Continenza», en los Apeninos. Allí hay restos de tres cazadores-recolectores del Mesolítico, ocurrido hace 12.000 a 9.000 años, cuyo material genético permitió encontrar un gran cambio que coincidió con la introducción de la agricultura, el trigo, la cebada y el ganado en Italia.
Los análisis de estos restos y de individuos posteriores han mostrado que, al igual que ocurrió en otras zonas de Europa, los primeros granjeros tenían sus ancestros en Anatolia central , la actual Turquía, y el norte de Grecia. Además, parece ser que tenían un pequeño legado genético proveniente de los granjeros de la zona donde hoy está Irán y de los cazadores recolectores que vivían en el Cáucaso.
La segunda gran migración al área que ocupó Roma llegó con la Edad del Bronce, una época comprendida entre el 2.900 y el 900 aC. Los autores han sugerido que el desarrollo de la tecnología de transporte por tierra y mar permitieron la expansión de las colonias griegas, fenicias y púnicas así como el trasiego de caravanas desde las estepas del Ponto (Mar Negro) y del Mar Caspio. De esta forma, al acabar la Edad del Bronce y comenzar la del Hierro ya se puede observar en la región una composición genética diferente, en la que hay ancestros nómadas de las estepas.
La fundación de Roma
No hay una historia clara sobre la fundación de la ciudad de Roma, aunque esta suele situarse en el año 753 aC. Sea como sea, parece claro que, alrededor del siglo VIII aC Roma no era más que una ciudad-estado más de la península italiana , similar a otros asentamientos latinos y etruscos vecinos. Protegida al norte por los Alpes, su posición la situaba en el centro del Mediterráneo, un mar que con el tiempo los romanos dominaron y pasaron a llamar Mare Nostrum , y a través del cual extendieron su influencia y recibieron inmigrantes de todos los rincones.
Aquella Roma temprana es un lugar donde se podían encontrar pruebas de un relevante intercambio cultural y comercial. Allí había mercancías exóticas, como el ámbar y el marfil, y referencias estéticas, como esfinges o leones, que evidenciaban el contacto con los navegantes del Mediterráneo. En esta ocasión, además, el análisis genéticos de nueve individuos revela una considerable diversidad, fruto de la mezcla de diversas poblaciones. Por eso, los autores concluyen que aquellos individuos ya tenían una apariencia que recordaba a los pueblos mediterráneos y europeos modernos.
« Diría que tenían el típico aspecto de una sociedad cosmopolita y diversa », ha explicado Pinhasi. «Tenían el aspecto de norteafricanos actuales y gente de Oriente medio, del sur y centro del Mediterráneo y, en algunos casos, de personas del norte de Europa».
La expansión del imperio
800 años después de su fundación, el Estado centrado en la ciudad del Tíber se había extendido por tres continentes : desde la actual Gran Bretaña, pasando por el norte de África y llegando a las actuales Siria, Jordania e Iraq. La capital alcanzó una población de un millón de habitantes y el imperio rondó un número situado entre los 50 y los 90 millones de almas.
Este enorme Estado estableció lazos comerciales con el norte de Europa, el África sub-sahariana y Asia. Y dentro de sus límites, el comercio, las camañas militares, las carreteras y la esclavitud llevaron a que existiera un importante trasiego de personas.
Los autores de este estudio han reconstruido la época de apogeo de Roma a partir del análisis genético de 48 individuos. Esto ha mostrado que los genes de la población de la ciudad fueron enriquecidos por inmigrantes procedentes del Mediterráneo oriental , coincidiendo con un momento en que allí hubo un exceso de población y se desarrollaron mega-ciudadades como Atenas, Antioquía o Alejandría. Esto coincide con la aparición de multitud de inscripciones en griego, arameo y hebreo, así como templos dedicados a deidades griegas, sirias o egipicias. Por cierto, algunos de los individuos analizados proceden de la necrópolis de Isola Sacra, donde se daba seputura a los habitantes de Portus Romae , el puerto principal de Roma. Según las inscripciones, muchos eran hombres de negocios y comerciantes.
Entre esas 48 personas analizadas los autores solo han encontrado dos con rasgos muy cercanos a los de pobladores del occidente del imperio romano, lo que les ha resultado sorprendente. En todo caso, han señalado como posible origen de la influencia genética occidental la influencia del flujo de esclavos posterior a grandes conquistas , como las de Escipión el Africano, en Cartago, o la de Julio César, en las Galias. También han señalado la importancia del comercio de vino, el garum (una salsa elaborada a partir de vísceras fermentadas de pescado), aceite de oliva o tintes, del norte de África, como posible foco de influencia occidental.
Finalmente, todas estas influencias occidentales y orientales llevaron a que la población de Roma fuera muy similar a los mediterráneos y habitantes de Oriente Medio actuales , como griegos, malteses, chipriotas o sirios.
La caída de Roma
La separación del imperio en dos mitades, la occidental y la oriental, la reorganización política y militar y la progresiva disolución de la mitad occidental dejaron también una huella en la demografía de Roma. Los habitantes más recientes estudiados en este estudio, un total de 24 personas, tienen una naturaleza genética más próxima a la de poblaciones actuales de Europa central.
«Este cambio puede haber surgido a causa de la reducción de contactos con el Mediterráneo oriental y el incremento del flujo de genes de Europa, todo ello facilitado por la drástica reducción de la población de Roma hasta menos de los 100.000 habibantes , como consecuencia de los conflictos y las epidemias», escriben los autores en el estudio.
Finalmente, el imperio acabaría llevando su capital a Constantinopla, la actual Estambul, lo que transformó todavía más el flujo de mercancías y personas y la demografía de la antigua metrópolis.
Además, es posible que se produjera una importante llegada de población desde Europa central a causa de las campañas militares de visigodos y vándalos, en el siglo V, y el largo asentamiento de los lombardos en los siglos VI y VII.
Ya en la Edad Media y comienzos de la Edad Moderna, los investigadores han hallado una transición hacia un bagaje genético más similar al de Europa central y septentrional, gracias al análisis de los genes de 28 individuos. Según han concluido, estos pobladores eran similares a los que hoy viven en el centro de Italia, entre cuyos antepasados puede haber también lombardos de Hungría, sajones de la actual Gran Bretaña y vikingos de Suecia.
«Este cambio coincide con la formación de lazos cada vez más estrechos entre la Roma medieval y Europa », escriben los autores. De hecho, Roma quedó incorporada al Sacro Imperio Romano, que se extendió por Europa central y occidental. Además, los normandos se expandieron desde el norte de Francia y fundaron estados en Sicilia y el sur de la península italiana, incluso llegando a saquear Roma en el año 1084.
En suma, todo este incesante trasiego de personas muestra cómo Roma fue durante siglos una encrucijada entre Europa y el Mediterráneo . Quizás también recuerda las profundas raíces que tiene la actual «crisis migratoria» que afecta a Europa.
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