El fraude científico del milagro que evitó un gran terremoto
La revista «Science» ha retirado un estudio del investigador japonés Aiming Lin por contener datos falsificados, fotografías manipuladas y plagios
La revista «Science» se ha visto obligada a retirar un estudio elaborado por el profesor de la Universidad de Kyoto (Japón) Aiming Lin por encontrar datos falsificados e imágenes manipuladas y plagiadas. El estudio en cuestión, publicado en 2016, trataba de analizar un terremoto que golpeó a la prefectura de Kumamoto -al sur del país nipón-. Sus conclusiones afirmaban que el Monte Aso , uno de los volcanes activos más grandes del mundo y situado a unos 30 kilómetros al noreste de la ciudad de Kumamoto, habría detenido la zona de ruptura de un terremoto de magnitud 7.0 el 16 de abril de ese mismo año, lo que impidió que las consecuencias fueran aún peores ( fallecieron 50 personas y quedaron dañados 190.000 edificios ).
Da la casualidad de que esta montaña es protagonista de una leyenda local en la que se habla de que el humo del volcán sería la señal de un dios que arde para redimir los pecados de la humanidad. Y habría sido precisamente la cámara de magma situada debajo de este accidente geográfico lo que habría «salvado» a la población de un mal mayor. Si no fuera porque el geofísico alteró los datos para que coincidieran con sus conclusiones.
El pasado 1 de mayo, la prestigiosa publicación científica publicó un artículo retractándose del estudio de Lin en base a una investigación privada de la Universidad de Kyoto . En el informe enviado a «Science» se señala que las imágenes y los gráficos fueron falsificados y plagiados, además de que los mapas fueron distorsionados en el sentido norte-sur, lo que cambió el borde caldera para que coincidiese con su hipótesis . Y no quedó ahí; también modificó el epicentro del terremoto a 3,5 kilómetros de donde realmente se produjo.
Lin no ha querido hacer declaraciones salvo para The Japan Times, para quien asegura que las conclusiones del artículo no están equivocadas y que, además, los fallos en los mapas se dan por no conocer bien el programa con el que los realizó.
No es el único caso
Se da la circunstancia de que no es el primer caso de irregularidades en estudios relacionados con el terremoto de Kumamoto. El pasado mes de marzo, la Universidad de Osaka, también en Japón, anunció los resultados de otra investigación publicada en «Seismological Research Letters» sobre el mismo tema en el que el autor princial Yoshiya Hata había sustentado su estudio en unas supuestas mediciones hechas con un sismógrafo «in situ» que, en realidad, no existía.
«La Universidad de Osaka se toma muy en serio este incidente y se compromete a hacer todo lo posible para aumentar la concienciación de los profesores y miembros del personal y prevenir una repetición de tales irregularidades». informaban portavoces de la institución en un comunicado . Y ahí no quedó la cosa: otro estudio, publicado en el «Bulletin of Seismological Society of America» de Hata también se retiró en marzo después de que los coautores notificaron a la revista que también contenía datos inventados por él, además de quedar la sospecha sobre otras tres investigaciones más.
Por su parte, la revista «Science» entona en «mea culpa» afirmando que de los 12.000 estudios que recibe al año, solo se publican unos 800, los que tienen el visto bueno de una escrupulosa revisión por pares. «Una pequeña fracción de estos artículos, entre tres y cinco al año, son retractados, pero la mayor parte de las veces es por errores honestos. En casos excepcionales, como este, también puede haber una presunta mala conducta», afirmó Meagan Phelan , portavoz del comité editorial de Science.
Muchos aún recuerdan el polémico caso del científico surcoreano Hwang Woo-suk , quien fue declarado culpable en 2009 de malversación y violaciones bioéticas después de experimentar con células madre humanas con el objetivo de clonar personas. Y que, de hecho, publicó al respecto dos estudios en la prestigiosa revista en 2004 y 2005 que luego se demostraron falsos. Lin se suma ahora a la omniosa lista de reprobaciones de «Science».