Neurociencia

Cambian la intensidad de un castigo estimulando el cerebro de quien lo impone

Un método no invasivo impide procesar bien la información sobre la intencionalidad de la acción y el castigo merecido

Cambian la intensidad de un castigo estimulando el cerebro de quien lo impone Fotolia

Pilar Quijada

Determinar qué castigo merecen quienes no cumplen las normas establecidas depende de una toma de decisiones en la que s e sopesa la intencionalidad de la acción cometida y el daño ocasionado por la misma. Sin embargo, no se sabe mucho cómo maneja el cerebro ambas variables para llegar decisiones justas, pese a tener gran importancia en el ámbito jurídico. Una investigación publicada en la revista «Neuron» ahonda en esta complicada cuestión y asegura haber localizado la región del cerebro que se encarga de tomar esa decisión.

Además, los investigadores han logrado cambiar la magnitud del castigo impuesto a un sujeto por un delito de iguales consecuencias. Y lo han logrado interfiriendo en la actividad cerebral de esa zona, la corteza prefrontal dorsolateral, mediante estimulación magnética transcraneal repetitiva , un procedimiento no invasivo que se utiliza para tratar la depresión, entre otras patologías.

Lo han llevado a cabo neurocientíficos de las universidades de Vanderbilt y Harvard:«Hemos logrado cambiar significativamente la decisión de los voluntarios y reducir el castigo impuesto a una persona sin que varíe el grado de culpabilidad», explica René Marois, que lidera el estudio. Su trabajo refuerza la evidencia de que la corteza prefrontal dorsolateral integra la información que recibe de otras zonas del cerebro, como las emociones que el hecho delictivo despierta en quien las juzga, procedentes del sistema límbico, y la estimación de la intencionalidad por parte de quien las comete.

La evaluación que lleva a cabo esta región del cerebro, permite que el castigo sea menor cuando el daño se deriva de una acción involuntaria o existen atenuantes. En esos casos, la corteza prefrontal dorsolateral presta menos atención a la información emocional y más a la que determina la intencionalidad.

Para averiguarlo, los investigadores llevaron a cabo un experimento con 66 voluntarios, hombres y mujeres, a los que pidieron que decidieran el castigo y el grado de culpabilidad de un sospechoso en una serie de escenarios. Los daños derivados del delito variaban desde la pérdida de bienes a un daño grave o la muerte de la víctima. En algunos casos el sospechoso era totalmente responsable o no, debido a circunstancias atenuantes. La mitad de los voluntarios fueron sometidos a estimulación magnética transcraneal repetitiva, y la otra mitad recibieron una versión simulada de estimulación magnética, o sea, un placebo.

En todos los casos, la culpabilidad y el nivel de daño provocado por el sospechoso predecían muy bien la intensidad del castigo que le impondrían los participantes en el estudio. Sin embargo, los participantes sometidos a estimulación magnética eligieron castigos significativamente más leves, en especial cuando el daño inflingido a la víctima era moderado. Análisis adicionales indicaron que la rebaja del castigo se debe a una mala integración de la informacion sobre el daño provocado y el grado de culpabilidad debido a la estimulación magnética.

«Interrumpir temporalmente el funcionamiento de la corteza prefrontal dorsolateral parece alterar la forma en que la gente usa la información sobre daño y culpabilidad para decidir sobre el castigo. En otras palabras, el castigo requiere que las personas equilibren estas dos influencias, y la manipulación mediante estimulación magnética interfería con este equilibrio, especialmente cuando la intención es clara pero el resultado es un daño leve».

Los autores lanzan un mensaje tranquilizador ante un hallazgo que puede parecer inquietante: "La estimulación magnética del cerebro no es algo que vaya a estar disponible en los juzgados", resalta Marois. "El valor de este estudio reside en que revela los mecanismos básicos de la toma de decisiones basadas la aplicación de las normas", continúa. Y advierte que el número de participantes en el experimento es bajo y habrá de replicarse para validarlo. En cualquier caso, tranquilizan, no parece claro que de ellos pueda deducirse un método para aumentar -o disminuir- la eficacia con que toman decisiones los jueces y los componentes del jurado.

Cambian la intensidad de un castigo estimulando el cerebro de quien lo impone

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