El curioso efecto que explica que este balón «vuele»
El efecto Magnus es responsable de que adquiera efecto y «planee». Este fenómeno se ha aprovechado para montar grandes cilindros que hacen volar a aviones o mover barcos
Como bien saben bien los lanzadores de córner y de faltas, no es lo mismo golpear un balón con la puntera de la bota que golpearlo con «rosca» . En el primer caso la pelota suele seguir una trayectoría más o menos recta y predecible, y en el segundo, el balón «coge efecto» y comienza a girar en una dirección concreta.
Un vídeo publicado por el canal Veritasium en Youtube le da otra vuelta de tuerca a este fenómeno. (Vídeo de balón y efecto Magnus ). En vez de golpearlo, en esta ocasión los improvisados científicos deciden dejar caer un balón de baloncesto desde las alturas de una presa en Tasmania. En una segunda prueba, lo dejan caer tras darle un efecto de giro sobre sí mismo. Para su sorpresa, en esta ocasión el balón comienza a suavizar su descenso hasta el punto de que parece estar aterrizando con suavidad.
El motivo de este peculiar comportamiento es el llamado « efecto Magnus », un fenómeno que se produce cuando un objeto atraviesa un fluido en movimiento y las presiones de este sobre la superficie del cuerpo no son simétricas. En el caso concreto del balón de baloncesto, esto se traduce en que en una cara del balón el aire se desliza a favor de la dirección de giro de la pelota, mientras que en la otra cara el aire va en contra de la dirección de giro.
Como resultado, el fluido genera una diferencia de presión que hace moverse a la pelota en dirección perpendicular a la del mismo fluido. Esto, junto a la tendencia de la pelota a caer hacia el suelo, la lleva a adoptar una trayectoria curvada. Ya en el dominio de las nubes, este es un fenómeno muy similar al que explica la sustentación de los aviones: en ellos, una de las caras de las alas tiene una superficie mayor que la otra, de modo que el fluido que pasa por ambos lados del ala ejerce una presión distinta en cada parte, con el resultado de que se genera una fuerza capaz de sustentar al aparato.
Aparte de ser crucial en el golf, tenis y fútbol, a lo largo de la historia se ha intentado aprovechar este efecto para hacer aviones y para impulsar barcos , recurriendo al diseño de los rotores Flettner : estos son básicamente grandes cilindros que se mueven gracias a la fuerza del viento y generan una fuerza perpendicular a esta.
Este efecto se denomina así en honor al físico y químico alemán Heinrich Gustav Magnus (1802-1870), quien lo describió en 1853, aunque Isaac Newton ya lo había mencionado para describir el movimiento de las pelotas de tenis en los partidos que se jugaban en la Universidad de Cambridge.