«Al cerebro le importa que estés vivo, no que estés bien o que logres tus objetivos»

Estanislao Bachrach ha publicado «En Cambio», un libro que insiste en la idea del cambio de mentalidad a través de las acciones, basándose en estudios científicos y en conceptos neurológicos

«Al cerebro le importa que estés vivo, no que estés bien o que logres tus objetivos» De San Bernardo

gonzalo lópez sánchez

Muchos libros de autoayuda insisten en la idea del cambio de mentalidad a través de las acciones y de los pensamientos. Siguiendo los postulados de la terapia de la conducta, buscan conseguir un mayor grado de bienestar rompiendo los esquemas mentales que provocan la insatisfacción. El argentino Estanislao Bachrach publicó el pasado 4 de junio el que podría ser otro de estos libros. Se titula «En Cambio», y la peculiaridad de esta publicación es que se basa en conceptos neurológicos y en publicaciones científicas sobre cerebro y conducta.

Para el autor, más que una guía, el libro ofrece un conjunto de herramientas que a él le sirvieron y que quizás podrían serles útiles a otros, con mucho esfuerzo. Como prueba de que el cambio es posible, este biólogo molecular decidió dejar la vida de profesor en Harvard e investigador en el Instituto Médico Howard Hughes para volver a su país a dedicarse a la innovación, aplicando las enseñanzas de la Biología en las empresas.

-¿Por qué decidió dar ese cambio, y pasar del laboratorio a las librerías?

Fue un viaje largo. Mientras estaba en en Boston y trabajaba en investigación de la enfermedad de Duchenne , tuve una crisis personal que derivó en una crisis profesional. Luego de 10 años de investigador, primero en Europa y luego en Estados Unidos, me di cuenta de que me aburría lo que hacía, que no tenía ganas de hacer eso . Así que me volví a mi país, estudié un máster de negocios y ahí empecé a «connecting the dots», parafraseando a Steve Jobs. Fui encontrando conexiones posibles entre el mundo de la biología y el mundo empresarial, el «human behaviour» (comportamiento humano) y el cómo cambiar, «change management», cómo ser más creativo...

Así fue como de a pocos fui preparando mi propio equipo de trabajo y teniendo algunas intervenciones en empresas internacionales. Y mi trabajo fue gustando y fui aprendiendo cómo usar la biología del cerebro en ser más productivo, en favorecer los cambios y en ser más innovador. Y en ese periodo de aprendizaje escribí dos libros («Ágil Mente» y «En Cambio»), para llevar la ciencia a las personas normales, comunes.

Ese fue el viaje... Y me gustó mucho recorrerlo.

Dejó su trabajo como profesor en Harvard para dedicarse a la innovación y al cambio (De San Bernardo)

-¿Cree que hay mucha gente a nuestro alrededor que debería hacer lo mismo? Tal como menciona en el libro, hay personas que se sienten como Bill Murray atrapado en el día de la marmota...

Sí claro, justamente el que quiero transmitir con el libro es que «no eres tonto, eres humano». Que es normal que no quieras cambiar y que repitas. Esto pasa porque el cerebro es un gran órgano de repetición, de automatismos. Le encanta el piloto automático, no tomar riesgos. Repito como ayer, repito como hace un año, repito como hace diez años, y si estoy vivo... Al cerebro le importa que estés vivo, no le importa que estés bien, que logres tus objetivos o que te lleves bien con tu mujer.

En el libro lo que intento contar es que tú tienes que hacer algo para que ese cerebro cambie , que él no va a cambiar solo. Por eso diferencio la mente del cerebro. El cerebro es el órgano, el automatismo, el hábito, y tú eres la mente, los pensamientos, las emociones. Cuando piensas distinto, sientes distinto y eso modifica la composición del cerebro. Y así cambias.

-¿Y cómo se hace eso de pensar distinto?

El trabajo es en primer lugar creer que eso es posible y luego querer cambiar, porque esto no es una obligación ni un deber. Ese querer tiene que ver con un trabajo de introspección: ¿estoy seguro de que quiero esto? ¿Este es mi deseo? ¿Esto es lo que quiero cambiar? De hecho, creo que el libro puede ayudar en el camino de conocerte a ti mismo y de pensar qué puedo hacer para cambiar algunas cosas de mí.

También hay que tener en cuenta que va a llevar tiempo y esfuerzo y que te vas a equivocar . Es un proceso largo durante el que la gente se frustra mucho cuando se da cuenta de que va a ser doloroso. Estamos en un mundo en el que el dolor es malo, pero, ¿por qué? Tiene que doler, es normal, estás haciendo algo nuevo.

Pero cuando la gente es consciente de que el proceso es doloroso, ya le duele menos. Sin embargo, cuando se tienen fantasías de que va a estar buenísimo cambiar, al primer dolor pequeño, dicen esto es muy difícil, no puedo. Pero no es así, esto es un cambio, es nuevo, nunca lo has hecho, ¡va a doler! ¿Y qué? Lo importante es que cuando termine el proceso vamos a estar mejor .

-¿Cuál cree que es el paso más difícil para conseguir estar mejor?

Para los adultos, lo más difícil es creer que es posible. Creer... En general nuestra vida está arruinada por nuestros padres (se ríe), por la famosa frase de «no puedes». Y eso se convierte en la frase más autolimitante del cerebro: «no puedo». Hay muchas experiencias científicas que demuestran que si tú no crees que puedes, no puedes .

Por eso, la primera barrera para cambiar algo en tu vida, es creer que puedes. Luego sí, necesitas técnica, disciplina, compromiso, trabajo, pero primero tienes que creer. ¿Te imaginas a Rafa Nadal no creyendo que puede ser el número uno? No hubiera llegado nunca. Creo que en los adultos hay un gran pasado con frases de «no puedes», «eres viejo», «eres grande», «no sabes»... y eso es mentira. Puedes. Pero solo si lo intentas.

-Una vez que inicias este proceso, ¿cuáles son los principales enemigos?

El principal es que primero vas a sentir dolor y que la gente tiende a abandonar ante el dolor. También está científicamente comprobado que una gran autocrítica retrasa el cambio: a mayor autocrítica menos cambio en tu vida. La gente suele castigasrse mucho y eso no promueve el cambio, todo lo contrario. El cerebro se asusta y dice, «no cambiemos entonces». Además hay un miedo al fracaso, hay un miedo a que te dejen de querer por ser un poco diferente... Hay muchas cosas a tener en cuenta, pero creo que vale la pena. Entiendo que hay situaciones muy difíciles, pero bueno, no hago magia.

-¿Y cuándo diría que llega el momento de cambiar?

Cuando tú quieres, cuando tú te conoces, cuando te das cuenta e identificas cuál es la situación, el evento o la circunstancia que no te está generando bienestar y que no coincide con tus objetivos. Es ahí cuando tienes que apuntar al cambio.

Pero no se puede cambiar todo de golpe : de país, de pareja, de trabajo, de economía, de jefe, etc. Porque el cerebro se abruma cuando se le exponen a muchos cambios en el mismo momento. En realidad el trabajo es de a uno por vez, de pequeñas victorias, de pequeñas cosas que uno va haciendo, pero que pueden generar un bienestar muy grande.

Por ejemplo, hemos logrado que algunos empleados de banco caminen treinta cuadras por día. Y eso en dos meses le ha cambiado la vida a algunas personas. La vida entera, con su pareja, con sus hijos, su salud física... Y lo que hacen estacionar el carro treinta cuadras antes, en vez de bajo el banco.

No estamos hablando de cambiar la forma de ser, sino de cambiar pequeñas cosas , muy, muy pequeñas... Son pequeñas batallas que cuando se ganan...

-Entonces, ¿nunca es tarde para intentarlo?

Yo diría que nunca es tarde para cambiar cuando se trata del cerebro. Ahora, si yo a los 70 quiero ser el número uno del tenis, ya no puedo. Pero la ciencia demuestra que el cerebro es mucho más plástico de lo que se pensaba de adultos, que aún es moldeable. Aunque eso no quiere decir que sea fácil, quiere decir que es posible, que ya es muy bueno. Por eso este es un libro de buenas noticias, digamos.

-Precisamente en el libro hace mucho hincapié en los conceptos de plasticidad sináptica y se apoya en muchos estudios científicos sobre conducta, pensamiento, etc. ¿Qué ventajas tiene la aproximación científica para este tipo de problemas?

Para ser sincero, ninguna. Las usé porque son las que conozco, porque son las que estudié, las que utilizo y me han funcionado, pero soy un biólogo que ha dejado de lado la soberbia del científico . No creo que porque algo sea científico sea mejor, aunque quizás la sociedad lo vea así. Esto es lo que sé hacer, en lo que me he formado. Pero hay personas que me dicen, «yo voy a la iglesia, y me ayuda a cambiar», o «yo hago yoga y me ayuda a cambiar». Perfecto, son otras formas diferentes, no peores. Y creo que muchas veces son complementarias.

En realidad mi objetivo era totalmente egoísta. Con el libro, no quise ayudar a nadie, solo a mí mismo. Escribí por una gran necesidad egoista de compartir lo que yo estaba viviendo hace cinco años en mi día a día laboral. Ahora trabajo con estos problemas y veo cambiar a la gente cambiar. En realidad no me importa si se lee o si no se lee, o si ayuda o no. Lo hice por mí.

-Entonces, ¿diría que «En Cambio» es un libro de auto ayuda?

Creo que son categorías de las editoriales. No me molesta que esté en esa categoría, no me afecta en nada, si tú lo lees, y te ayuda en algo de tu vida y te sientes mejor, sí es de autoayuda.

-¿Y hasta qué punto son útiles o incluso pueden resultar peligrosos los libros de auto ayuda?

Yo creo que no tiene peligro si uno maneja bien sus expectativas. Hay distintas miradas sobre cómo es la vida y cómo funciona el mundo, y si uno lee, escucha, o trabaja sus expectativas y sabe cómo utilizar estas herramientas, creo que no hay peligro. Pero si uno se aferra a algo, es peligroso. O si uno dice «tú me vas a cambiar la vida», también es peligroso.

El trabajo lo tiene que hacer cada uno , este libro solo te da herramientas para que las pruebes. Pero no hay fórmulas mágicas, ni hay una receta que te diga «haz esto y cambiarás». Yo probé esto y funcionó, a veces sí y a veces no. Es más como una caja de herramientas, que puedes probar si quieres pero que hay que usar con disciplina. Yo no estoy tratando de convencer a nadie de nada.

-Parece que los domingos por la tarde y al principio de año hay personas que sienten la necesidad repentina de cambiar. ¿Qué opina al respecto?

En el libro dice, «de la intención a la acción hay un largo trecho». Para el cerebro es gratis tener intenciones, tener deseos, tener ganas. Pero cuando tiene que hacer, o pensar diferente, ahí le empieza a resultar mucho más caro. Y estoy hablando de forma literal, energéticamente es mucho más caro ponerse a hacer las cosas de un modo diferente.

Por ejemplo cuando uno repite no gasta tanta memoria, pero cuando tiene que hacerlo de otra forma, como coger el vaso con la mano derecha, ya es distinto. El cerebro te dice: «no por favor, no gastes memoria, no gastes atención, para qué para qué, si con la izquierda está bien».

-En el libro explica que, si te sientes cómodo con tus pensamientos, emociones y comportamientos, entonces eres consistente como persona. ¿Todos podemos aspirar a esa consistencia?

La primera pregunta es si tú quieres ser consistente, porque no «hay que ser» consistente. Yo creo que si a la gente le genera bienestar ser consistente, está buenísimo. Pero hay gente que prefiere no serlo... Por esto no he escrito un libro doctrinario, donde diga que tienes que ser consistente. Ya lo dije muchas veces, es un libro de herramientas. Y tú usas las que tú quieres, o las que crees que podrían hacerte bien.

-¿Y esta consistencia es lo que se entiende ahora como felicidad?

¡Guau! Sí, creo que detrás de todas estas cosas está la búsqueda del bienestar, aunque no sé si le puede llamar bienestar o felicidad. Pero tengo el convencimiento, por experiencia profesional, de que no es una meta a alcanzar, sino un trabajo de todos los días. Y que el no lograrlo no nos hace débiles, sino que nos hace humanos. No fallas porque seas tú, sino porque las personas somo así. Por eso, ¡no abandones, tienes que volver a probarlo!

-¿Entonces el fracaso, más que un enemigo, es un aliado?

Obvio, lo que pasa es que vivimos en una sociedad donde el fracaso es malo, porque la sociedad es muy resultadista, muy «exitista». Y cuando se trata de personas y cerebro, si piensas en términos de resultados, lo tienes complicado. Porque el cerebro funciona en modo prueba y error. Si tú le propones hacer algo diferente, o cambiar, se va a equivocar, y no porque sea tonto, sino porque está aprendiendo. Cambiar es sinónimo de aprender . El tema es cómo volver a levantarse rápido para seguir insistiendo y no abandonar rápido.

-Mencionas que una gran parte del presupuesto de Estados Unidos se destina al tratamiento de problemas de salud y que dentro de ellos, la mayoría se destina a problemas relacionados con el comportamiento, como el consumo excesivo de alcohol, el tabaquismo, la obesidad, el estrés o la falta de ejercicio físico. ¿Cree que nuestra sociedad favorece que adoptemos malos hábitos que acaban pasando factura sobre nuestro bienestar?

Sí, claro que sí. El consumo excesivo, el resultado, el éxito, sí, todo eso lo favorece. Pero en vez de quejarse de la sociedad, es bueno preguntarse qué puedo hacer yo para cambiar, ¿no? En vez de echarle la culpa a los Estados Unidos o a Starbucks. En realidad es cosa de uno, no de los demás. Y además, cuando uno empieza y eso se replica, la sociedad se transforma. Pero al cerebro le encanta la actitud de la queja, la de la víctima la del «no puedo».

-Por último, ¿confía en que leyendo su libro no nos atraerá tanto ser infelices?

Yo creo que no es suficente con leerlo. Hay que pasar a la acción y aplicar algunas cosas. El libro tiene muchos ejercicios y sobre transmite el mensaje de no frustrarse cuando uno no lo logra. No da ninguna fórmula mágica. De hecho, cuando yo trabajo con organizaciones, solo el 10 o 15% de la gente logra algunos cambios, pero el resto no. En resumen, cambiar es difícil pero no imposible.

«Al cerebro le importa que estés vivo, no que estés bien o que logres tus objetivos»

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