Consejo para jugadores de póquer: expresar alegría genera confianza
Un estudio analiza el peso de los gestos y los rasgos en la generación de impresiones en los demás
Se suele decir que la mirada es el espejo del alma. Que aunque se pueda poner cara de póquer y controlar las expresiones y los gestos, los ojos pueden ser delatores. Sin embargo, por mucho que se puedan ocutar las expresiones, los ragos también tienen un papel muy importante en la impresión que generamos en los demás. Por ello, por mucho que los ojos reflejen el alma, en realidad es nuestra apariencia la que se convierte en una involuntaria carta de presentación.
Ahora, un equipo de la Universidad de Nueva York ha presentado un estudio en la revista « Personality and Social Psychology Bulletin » en el que se concluye que ciertos gestos pueden hacer que las caras inspiren confianza mientras que algunos rasgos, que por ello no se pueden cambiar, son los que llevan a que los rostros parezcan o no competentes.
«Nuestros descubrimientos muestran que las pistas faciales que contribuyen a inspirar confianza son maleables , mientras que las relacionadas con la apariencia de competencia y habilidad no lo son tanto», ha explicado Jonathan Freeman , el primer autor del estudio. «Estos resultados sugieren que puedes influir en el grado que inspiras confianza en otros en una foto, pero que es mucho mas difícil cambiar las impresiones que generas en los demás acerca de tu competencia y habilidad».
Según los investigadores, esto ocurre porque los juicios acerca de la confianza que inspiran las caras dependen de los movimientos de la musculatura, mientras que la percepción de las habilidades dependen de la estructura esquelética, que no puede ser alterada.
Fotografías generadas por ordenador
Para llegar a estas conclusiones, los científicos hicieron cuatro experimentos en los que varias personas juzgaron el aspecto de imágenes de caras generadas por ordenador. En los dos primeros, las caras felices inspiraron más confianza que las caras de enfado, mientras que se juzgaron igual las habilidades personales.
En un tercer estudio, los investigadores les preguntaron a las personas que participaron en el estudio a cuál de las caras que veían le asignarían uno de estos puestos: el de asesor financiero (en el que por lógica habría que colocar a alguien que inspirase confianza) y el de levantador de peso (en el que habría que colocar a alguien fuerte o capaz físicamente). Y lo que averiguaron es que en el caso de los forzudos no importaba la expresión de su cara pero que sí era importante su estructura ósea.
En el último experimento, los investigadores utilizaron un modelo matemático para averiguar cuáles eran en concreto los rasgos y los gestos que más peso tenían en la generación de estas sensaciones de confianza y competencia.
Así, si la expresión de confianza y enfado confiere confianza al rostro, y la estructura ósea da impresión de habilidad, (al menos en los casos del asesor financiero y en el levantador de peso del estudio), los jugadores de póquer deberían practicar sus caras de felicidad para engañar mejor a sus contrincantes.
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