Química

Lo último en camuflaje: pegatinas para volverse invisible

El «copyright» del diseño lo tienen los calamares y permite no ser visto ni siquiera con detectores infrarrojos nocturnos

Lo último en camuflaje: pegatinas para volverse invisible Fotolia

Pilar Quijada

Cuando pensamos en animales capaces de camuflarse, generalmente nos viene a la cabeza el camaleón. Sin embargo, tiene serios competidores en el mar. El calamar es uno de ellos, y en general toda la clase de los cefalópodos. Con unas 700 especies, que comprenden pulpos, calamares, sepias y nautilos, los cefalópodos son especialmente hábiles a la hora de pasar desapercibidos. Así evitan ser comidos y pueden comer mejor, atrapando a sus presas por sorpresa.

La estructura de la piel de los cefalópodos los dota de capacidades de camuflaje dinámicas inigualables. Comprender cómo lo logran y tratar sus cambios de color en la región visible del espectro electromagnético ha sido uno de los objetivos de la investigación. Pero pocos estudios se habían centrado en la señalización infrarroja, utilizada para detección en la oscuridad, y con muchas aplicaciones industriales y militares.

Unas células pigmentarias especiales, llamadas iridocitos, son las responsables del cambio rápido de color de los cefalópodos para imitar la coloración del entorno en que se mueven. Y una proteína clave en este proceso del cambio de color de la piel del calamar ha servido para diseñar "pegatinas de invisibilidad".

Aunque pueda parecer ciencia ficción, no lo es y hay mucho intereses detrás de este hallago que podrían algún día ayudar a los soldados a pasar desapercibidos incluso bajo las cámaras infrarrojas. Estas cámaras pueden, a partir de las emisiones de infrarrojo del espectro electromagnético de los cuerpos detectados, formar imágenes luminosas visibles por el ojo humano incluso en la oscuridad.

"Los soldados llevan uniformes con los patrones de camuflaje verde y marrón característicos para confundirse entre el follaje durante el día, pero en condiciones de poca luz y por la noche, siguen siendo vulnerables a la detección mediante infrarrojos", explica Alon Gorodetsky, que ha liderado esta investigación que se acaba de presentar en la 249 Reunión y Exposición Nacional de la Sociedad Americana de Química (ACS).

"Hemos desarrollado pegatinas que pueden utilizarse como una capa fina y flexible de camuflaje con el potencial para asumir el patrón que mejor permita a los soldados ocultarse de la visualización de las cámaras de infrarrojos". Y para ello se inspiró en los iridocitos, que contienen capas o placas compuestas por una proteína llamada reflectina. El animal utiliza una cascada bioquímica para cambiar el grosor de las placas y su separación. Y esto a su vez afecta a la forma en que las células reflejan la luz y, por tanto, a la coloración de la piel, que puede adquirir la coloración del entorno.

El grupo de Gorodetsky modificó genéticametne bacterias para producir reflectina y luego recubrieron una superficie con la proteína. Para inducir cambios estructurales semejantes a los de los iridocitos, la película necesitaba algún tipo de disparador. Y después de llevar a cabo una búsqueda exhaustiva encontraron que los vapores de ácido acético, el que da al vinagre su olor y sabor característicos, servían para ese propósito. Los vapores de ácido acético hacen que la película se hinche y desaparezca cuando se ve con una cámara de infrarrojos.

"Lo que estábamos haciendo era el equivalente a bañar la película en vapores de ácido acético, esencialmente exponiéndolo a vinagre concentrado", explica Gorodetsky. "Pero eso no es práctico en la vida real", reconoce. El motivo, no hace falta explicarlo, aunque consiguieran pasar desapercibidos a la cámara, el olor los delataría.

Así que con su equipo ha fabricado películas de reflectina sobre sustratos poliméricos adaptables, o sea, básicamente la cinta adhesiva que se puede encontrar en cualquier hogar. Esta cinta puede adherirse a una variedad de superficies, incluyendo los uniformes de tela, y su apariencia bajo una cámara de infrarrojos puede cambiar cuando se estira, un disparador mecánico que podrían utilizarse de forma más realista que el vinagre concentrado en las operaciones militares.

Aunque la tecnología todavía no está lista para su uso, Gorodetsky imagina que los soldados y personal de seguridad podrían llevar en el futuro en sus mochilas un rollo de etiquetas de invisibilidad que podían cubrir sus uniformes cuando fuera necesario. “Vamos tras algo que es barato y completamente desechable", explica. "Sacas esta cinta recubierta de proteína, la utilizas de forma rápida para hacer un patrón de camuflaje adecuado sobre la marcha, y luego te la quitas y la tiras a la basura".

Seguro que con tan prometedor uso y su bajo coste, despertará el interés militar. Pero aún quedan pequeños escollos que limar. Como encontrar la manera de aumentar el brillo de las pegatinas y lograr que respondan de la misma manera y al mismo tiempo, cuando se produzcan de forma masiva, como parte de un sistema de camuflaje adaptativo.

También está trabajando en maneras de hacer las pegatinas más versátiles. La versión actual refleja la luz del infrarrojo cercano. El equipo de Gorodetsky persigue lograr pegatinas que también podrían trabajar en longitudes de onda media y de infrarrojo lejano.

Además de las aplicaciones militares, con ellas podría hacerse “ropa inteligente”, por ejemplo, que pueda selectivamente retener o liberar el calor corporal para mantener la temperatura óptima en función de los diferentes ambientes donde se utilice.

Incluso podría tener aplicaciones médicas. Por eso trabajan en colaboración con la Facultad de Medicina de la Uniersidad de California en Irvine. Y es que el laboratorio de Gorodetsky ha demostrado que la reflectina promueve el crecimiento celular.

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