No a todas les gustan los tipos muy masculinos
Antropólogos echan un jarro de agua fría a las teorías de que las mujeres prefieren compañeros con rostros rebosantes de testosterona para garantizar la salud de sus hijos
Un estudio realizado hace algunos años por psicólogos de la Universidad de Aberdeen (Escocia) entre más de 4.500 mujeres jóvenes de treinta países de todo el mundo, demostraba que las chicas de naciones donde la salud general de la población era buena preferían a los hombres con rostros de rasgos suaves y femeninos, mientras que las que vivían en naciones con mayores tasas de mortalidad y enfermedades infecciosas optaban por hombres muy masculinos de mentón prominente, nariz grande y cejas gruesas. Sus rostros dicen a gritos que sus dueños rebosan testosterona. Los científicos llegaron a la conclusión de que los rasgos más masculinos están relacionados con la salud del varón, por lo que también aumentan las oportunidades de supervivencia de los hijos.
Sin embargo, un nuevo trabajo coordinado por la Universidad de Bristol en Reino Unido en el que han participado 22 investigadores de todo el mundo ha llegado a la conclusión de que no son las tasas de enfermedades las que impulsan esas opciones. Los investigadores lo comprobaron con 962 adultos procedentes de doce poblaciones que viven en diversos sistemas económicos en diez naciones, desde Canadá, Reino Unido y Rusia a China, Malasia o Namibia.
«No es cierto que las mujeres tengan una preferencia universal por los rostros con mucha testosterona, y no es cierto que tal preferencia sea mayor en un entorno con muchos patógenos», dice Lawrence S. Sugiyama, de la Universidad de Oregon, uno de los autores del estudio. «Y lo contrario tampoco. Los hombres no parecen tener preferencia siempre por los rostros más femeninos, al menos dentro de los rangos de las culturas que se muestran en este estudio».
Lo más cerca que esa teoría ha podido confirmarse ha sido en economías de mercado en poblaciones estudiadas en Reino Unido, Canadá y China, tal vez porque las preferencias cambian en respuesta a la variedad de rasgos locales, y los hombres en las economías de mercado tienen mayor testosterona. «En las sociedades de gran escala como la nuestra nos encontramos con muchas personas que no nos resultan familiares, por lo que el uso de la apariencia para inferir los rasgos de personalidad puede ayudar a hacer frente a la abrumadora cantidad de información social. Por ejemplo, en todas las culturas analizadas, las caras con más niveles de testosterona fueron juzgadas como más agresivas, y esto es información útil cuando nos enfrentamos a los extraños», dice Sugiyama.
El gusto de las mujeres Shuar
Los investigadores estudiaron una población rural con una larga historia bélica en Ecuador y cuya economía mixta de hoy se basa en la horticultura, la caza, la búsqueda de alimento y el pastoreo. Los Shuar no entraron en contacto con el mundo exterior hasta la década de 1880, y sólo a partir de 1960 se organizaron en comunidades. Los investigadores mostraron a 30 hombres y 31 mujeres de ese cultura representaciones faciales de posibles compañeros de distinto sexo y preguntaron a cuál preferirían. A las mujeres Shuar no les gustaba la cara de los hombres cuyos rostros sugerían altos niveles de testosterona. La razón no está clara, pero, según el estudio, sugiere que estas mujeres tal vez se han cansado de años de guerra y prefieren compañeros que estarían menos propensos a participar (y animar a sus hijos a participar) en comportamientos violentos.
«Creo que el verdadero mensaje de este estudio es que en este campo hay que parar y repensar la forma en que hemos estado trabajando sobre estas cosas», dice el investigador. «Tal vez la idea de las enfermedades infecciosas -la presencia de patógenos- no es el factor principal (...) Los factores culturales locales pueden ser muy importantes en la comprensión del atractivo».