Una supuesta perrera ilegal en Chiclana tiene «desesperados» a los vecinos
Han denunciado la instalación por problemas de salud pública ya que sufren molestias como mal olor o ruidos constantes
Actualizado: Guardar«Estuvo infectada durante un año y no lo sabíamos. Aunque, claro quién iba a imaginarse que mi hija se iba a ver afectada por una enfermedad propia del Tercer Mundo». Y esa afección en una niña de tres años, ni más ni menos que la leishmaniasis, fue la gota que colmó el vaso de la paciencia en la urbanización Soto del Águila.
Un total de 46 vecinos de Chiclana, aglutinados en torno a la asociación de vecinos de la zona, denuncian «la indefensión» a la que se ven sometidos «con la actividad de una perrera ilegal» que les genera molestias de ruidos, malos olores e incluso problemas de salud pública, como la afección sufrida por la menor con una enfermedad que se transmite de perros a humanos por medio de la picadura de un mosquito.
Los vecinos vienen experimentando problemas con la actividad de esta perrera desde finales de 2011. Sin embargo, el problema saltó a la luz pública en el pasado Pleno, cuando la concejala socialista Cándida Verdier expuso la «grave» situación a la que se enfrentan. «Se trata de una parcela sin licencia, donde no hay ni luz ni agua y llena de residuos orgánicos», denuncia uno de los vecinos cercano a la parcela que prefiere mantenerse en el anonimato «para evitar problemas».
Lo cierto es que los vecinos se muestran «desesperados» después de haber interpuesto denuncias por la situación de la perrera en la Guardia Civil, la Policía Local, Chiclana Natural y el Ayuntamiento de Chiclana. «Hasta ahora nadie nos escucha. Se limitan a contestarnos diciéndonos que los perros se encuentran en buenas condiciones», reconoce el vecino afectado. «Hasta ahora, las respuestas de las administraciones han sido que no hay maltrato animal.
Sin embargo, ese no es el enfoque adecuado ya que lo que se está denunciando realmente es que hay una actividad ilegal», reconoce Verdier, abogada de profesión.
En su denuncia a este medio, los vecinos muestran grabaciones en las que se puede escuchar a perros ladrando «a altas horas de la madrugada». «Ahora mismo tendrá unos 15 perros pero ha llegado a tener más de 30 porque usa la parcela de criadero», reconoce uno de los afectados. A eso se suma «el hedor de los excrementos acumulados, sin tener ni agua para garantizar la limpieza de los animales», matizan.
La situación empeoró cuando la pequeña enfermó, tras una picadura en la cara. «El parásito se encapsuló en la cara y hubo incluso que biopsiar para averiguar qué tenia. Lo primero que nos preguntó el médico es si teníamos perros porque se transmite a través de ellos», explica la madre de la menor afectada.
Así, los vecinos dicen tener pruebas de la situación que atraviesan, como son las propias grabaciones, fotografías, informes urbanísticos e informes médicos. «Además del ruido de los ladridos, el hedor de las deposiciones de los perros es horrible. Además, la comida de los perros suele atraer todo tipo de alimañanas e insectos», explica la madre de la pequeña que vive en las inmediaciones de la parcela usada para los perros.
«El criador no tiene licencia. Aunque esto sea un suelo rústico la necesita para poder desarrollar esa actividad», explican desde Soto del Águila. La propia Verdier corrobora la versión de los vecinos. Los afectados dicen sentirse «indefensos» después de que «el Ayuntamiento no atienda»a sus reclamaciones e intermedie para alcanzar una solución. De ahí que los socialistas decidieran elevar un ruego en el último Pleno. Mientras, los distintos vecinos de la zona se están organizando para plantear nuevas acciones que estudiarán en una asamblea vecinal.
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