La ANC se conforma con celebrar un acto simbólico en la semana en la que pronosticó la independencia
«La Diada de Sant Jordi de 2015 es un horizonte plausible e incluso deseable para la declaración de independencia», aseguraba la entidad en un texto aprobado en abril de 2014
![La ANC se conforma con celebrar un acto simbólico en la semana en la que pronosticó la independencia](https://s2.abcstatics.com/Media/201504/23/anc-tarragona--644x362.jpg)
23 de abril de 2015, día de Sant Jordi. La bandera rojigualda se arría en el Palau de la Generalitat, en los Ayuntamientos catalanes, en la Comandancia Naval de Barcelona y en el resto de edificios oficiales en los que aún ondea. Las últimas tropas españolas abandonan el cuartel barcelonés del Bruc y la Academia de Talarn en Lérida, y la Guardia Civil y la Policía Nacional se retiran de puertos, aeropuertos y de la frontera pirenaica. Cataluña es independiente.
Esa era al menos la intención de la Asamblea Nacional Catalana (ANC) recogida en la hoja de ruta que presentó con muchas alharacas el 5 de marzo de 2014. El documento calculaba que la «tarea soberanista» iba a quedar «terminada» este 23 de abril, coincidiendo con el carácter reivindicativo de la cultura catalana que acompaña al tradicional intercambio de libros y rosas. [Consulta la Hoja de Ruta de la Asamblea Nacional Catalana 2014 - 2015 (en PDF)]
«La Diada de Sant Jordi de 2015 es un horizonte plausible e incluso deseable para la declaración de independencia», recoge el texto, que buscaba impulsar el proceso secesionista para que avanzase «lo más rápido posible». Este día, que sería recordado en adelante como «Día de la independencia», supondría un punto de inflexión a partir del cual el gobierno catalán debería centrarse en hacer efectivo el «ejercicio de la soberanía» y conseguir el reconocimiento del país por parte de la comunidad internacional.
Un año después, sin embargo, el organismo que todavía dirige Carme Forcadell se conforma con organizar un acto en el Palau Sant Jordi de Barcelona —que ni siquiera será el mismo día 23, sino un día después, el viernes 24—, en el que volverá a reivindicar la independencia y brindará su apoyo a los candidatos de los partidos soberanistas para las elecciones municipales del próximo 24 de mayo. Al menos a los que acudan al acto, ya que ni la ANC, más cercana a Esquerra Republicana de Cataluña (ERC), ni Ómnium Cultural, cercana a Convergència, han querido precisar cuántos acudirían. Sí que han anunciado que han vendido ya las 16.000 localidades previstas y que tratarán de llenar los espacios externos del anillo olímpico como muestra de que el independentismo no ha perdido un ápice de fuerza. «Os necesitamos a todos para demostrar que estamos muy muy desinflados», aseguraba el pasado martes Forcadell en Twitter.
Toma de lugares estratégicos
Sin embargo, la ironía de la lideresa soberanista, que deberá dejar en mayo su puesto al frente de la ANC obligada por la limitación de mandatos que contempla los estatutos de la entidad, no logra ocultar que el movimiento independentista ha descafeinado sensiblemente sus objetivos más inmediatos, que contemplaban a muy corto plazo la toma de puestos fronterizos y lugares estratégicos.
La ANC aconsejaba a los catalanes que pagasen impuestos en Cataluña
«La declaración de independencia ha de ir seguida de actos de ejercicio de soberanía que, en la práctica, hagan visible el funcionamiento ordinario y plenamente independiente. Estos actos facilitarán el reconocimiento internacional», aseguraba su hoja de ruta, que recomendaba al Gobierno catalán que llevase a cabo «actos de soberanía» como la toma de puertos y aeropuertos para hacer visible el funcionamiento «plenamente independiente» de Cataluña. Además, el texto pedía al Ejecutivo autonómico que se hiciera con las competencias plenas en materia de seguridad pública y comunicaciones, y aconsejaba encarecidamente a los catalanes que pagasen sus impuestos «a la administración del nuevo Estado catalán».
El documento contenía también otras fechas clave, como el 11 de septiembre de 2014 —fecha a partir de la cual «se pueden precipitar los acontecimientos», o la Diada de 2015, el verdadero punto final del proceso, cuando se aprobaría en referéndum una hipotética Constitución catalana. Entre ambas la ANC exige desarrollar «el proceso popular para poner las bases de un nuevo Estado». En base a este proceso el Parlamento catalán debería hacer pública la decisión de abrir «un proceso constituyente que elabore una propuesta de Constitución», además de celebrarse «las primeras elecciones generales», con lo que el órgano legislativo catalán iniciaría su primer «período normal» de sesiones.
Baile de fechas
Sin embargo, la enésima hoja de ruta secesionista ha retrasado de nuevo las optimistas previsiones de la Asamblea. El documento, aprobado el 30 de marzo sin la pompa de anteriores ocasiones y con el único apoyo de Convergència, ERC, la ANC, Ómnium y la Asociación de Municipios por la Independencia (AMI, que agrupa a los Ayuntamientos soberanistas), prevé como fecha clave el mes de enero de 2017, 18 meses después de celebración de las elecciones autonómicas en Cataluña, previstas para el 27 de septiembre, a las que las entidades soberanistas quieren dar un carácter «plebiscitario».
Esta nueva fecha se condiciona, sin embargo, al triunfo del sí en un nuevo referéndum que evalúe una Constitución catalana aún por redactar. El nuevo texto, del que se han descolgado Unió Democrática de Cataluña, ICV y la CUP, nada especifica sobre la hipótesis de que el no se imponga en dicho referéndum. Tampoco menciona la posibilidad de que triunfe la abstención, una opción a tener en cuenta a juicio de los resultados cosechados por el referéndum que los secesionistas celebraron el pasado 9 de noviembre, sin validez jurídica y en el que solo participó el 38% del censo previsto.
Un largo rosario de dificultades que, sin embargo, no parece desanimar a la ANC, que ni siquiera tiene previsto descansar en el hipotético caso de que lograse su meta más ansiada: la independencia. «Trabajaremos para que el futuro Estado catalán se dote de las herramientas necesarias para facilitar la relación enre los territorios de los Países Catalanes», asegura su oxidada hoja de ruta. El objetivo final estaba y sigue estando claro: «la reunificación de la nación catalana».
Noticias relacionadas