Flash-Flash: 45 años a toda máquina

El embrión de Flash-flash fue una conversación entre dos buenos amigos que hablaban sobre qué les gustaría cenar y así nació esta tortillería que cumple cuarenta y cinco años a plena máquina.

Alfonso Milá y Leopoldo Pomés abrían las puertas de Flash-flash el 3 de julio de 1970. La primera sorpresa del local era y es el book de fotos de modelo Karen Leiz a tamaño natural que decoran las paredes. La segunda es la larga y ancha lista de tortillas: tortilla a la francesa, de queso, a la catalana, de chorizo de la Rioja, mallorquina, de atún con tomate… (¡más de cincuenta!). Y la tercera es que no ha perdido un ápice de modernidad.

Los arquitectos Alfonso Milá y Federico Correa son los culpables de este diseño tan original que ha funcionado casi medio siglo y al que parece que le quedan muchos años por delante. Desde sus orígenes Flash-Flash abre hasta la madrugada y sólo cierra el 25 de diciembre.

Entre su personal brilla el Señor Soria, recién jubilado, que se apuntó a la celebración de los cuarenta y cinco años lleno de anécdotas. «Trabajé cuarenta años en este restaurante y puedo decir que era un lugar de reunión donde se respiraba libertad de expresión», explica orgulloso de haber vivido la transición desde este restaurante tan especial. «Aquí se juntaron personas que querían aprender escuchando a otras personas influyentes en la cultura y la política –reflexiona Soria-. Se daban cita los mejores pintores, los mejores escritores, los mejores arquitectos… en definitiva, la crème de la crème». Este maître se atreve a decir que en el Flash se respiraba diez años antes lo que luego ocurriría en España.

La lista de famosos que ha desfilado por estas paredes es eterna. Algunos clientes famosos tenían sus platos preferidos como Gabriel García Márquez que siempre pedía hamburguesa con alcaparras o el pianista Arthur Rubinstein que elegía la tortilla de chorizo. En esta caluroso verano entrar en el Flash es un golpe de modernidad.