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La Pedrera se adentra en el universo transgresor del ruso El Lissitzky

Una exposición antológica reivindica en Barcelona la obra del controvertido artista

La Pedrera se adentra en el universo transgresor del ruso El Lissitzky efe

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Trasngresor, comprometido, vanguardista e ideólogo de proyectos irrealizables, el artista ruso El Lissitzky se instala en la Pedrera de Barcelona para reivindicarse como uno de los nombres más influyentes de la primera mitad del siglo XX, cuando trabajó con los soviets y con los vanguardistas europeos de los años veinte y como propagandista del régimen estalinista de los años treinta.

Pintor, diseñador, arquitecto y fotógrafo, a Eliezer (Lazar) Màrkovitx Lissitzky (Potxinok, Smolensk, 1890 - Moscú, 1941), más conocido como El Lissitzky, se le presenta ahora a través de una antológica de 138 piezas que busca comprender y valorar la importancia de las aportaciones fundamentales de este gran creador de la vanguardia europea.

Se trata, según la comisaria, de «trazar la trayectoria vital y artística y rescatar el espíritu de la obra de una de las más experimentales y controvertidas figuras de su época», un nombre clave de la primera mitad del siglo pasado, que jugó con múltiples técnicas que han acabado dominando el diseño gráfico, el de exposiciones y el fotomontaje del siglo XX.

Para conseguirlo, la muestra recorre 25 años de su carrera para englobar desde sus primeras ilustraciones para libros infantiles en yiddish hasta sus trabajos para revistas propagandísticas de la URSS, pasando por sus propuestas abstractas, a caballo entre el suprematismo y el constructivismo, así como sus investigaciones en los campos del diseño de exposiciones y del diseño editorial y la tipografía, que han sido un referente en la creación contemporánea.

A su paso por Barcelona la muestra incluye una decena de obras nuevas como una edición de «Sihes Hulin» (Conversaciones intrascendentes), de Moyshe Broderzon (1916), su primera obra maestra, o el cartel «Producid más tanques!» (1941), su última creación. Su obra es un reflejo de la búsqueda de lo que las vanguardias utópicas de la década de 1920 llamaron «la experiencia de la totalidad», un intento de integrar arte y vida. Toda su carrera se guió por la creencia de que el artista podía ser un agente del cambio social. .

La Pedrera se adentra en el universo transgresor del ruso El Lissitzky

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