El Eixample de Barcelona crece en altura

Vuelven las «remontas», aunque con renovados métodos constructivos: renace el debate sobre la densidad urbana

El Eixample de Barcelona crece en altura abc

àlex gubern

En Barcelona, hablar de «remontas» tiene mala prensa. A la vista de todos están las atrocidades arquitectónicas que durante los años sesenta y sesenta se cometieron en la ciudad: al amparo de las sucesivas ampliaciones de la edificabilidad en los años del porciolismo, comenzaron a añadirse sobre los edificios existentes más y más plantas -unas más discretas, otras absolutamente aberrantes-, configurando todo un catálogo de la especulación en altura. Transcurridas varias décadas de esa arquitectura depredadora, las remontas regresan a la ciudad, aunque ahora empleando nuevas técnicas constructivas, tratando de reducir el impacto sobre la ciudad en la medida de lo posible y promoviendo a la vez la rehabilitación de los inmuebles.

Es lo que propone La Casa por el Tejado, una empresa que se dedica a proyectar y construir nuevos áticos sobre edificios antiguos a partir de módulos prefabricados, que son izados por una gran grúa y plantados literalmente sobre la terraza existente. Se trata, explica Joan Artés, arquitecto al frente de la compañía, de aprovechar la edificabilidad aún existente en la ciudad, particularmente en el Eixample.

«Entendemos que es mucho más racional avanzar en la rehabilitación de las ciudades y aprovechar la posibilidad que aún hay de construir en altura que insistir en un urbanismo extensivo», explicaba esta semana Artés en la terraza de uno de los áticos que, justo el pasado domingo, se izaron sobre la azotea de una finca de la calle Aragó, en la esquina con paseo de Sant Joan.

Izar las viviendas

Los números indican que, en contra de lo que podría parecer, el potencial de edificabilidad del Eixample es aún enorme. Según los cálculos hechos por la firma que pilota Artés, hay en el distrito unos 2.600 edificios susceptibles de crecer, en total unos 800.000 metros cuadrados construibles. En las calles de 20 metros de anchura, las más comunes en la trama de Cerdà, la edificabilidad máxima es de planta baja más cinco alturas, lo que en el caso de calles o paseos más anchos aumenta hasta planta baja más seis. Cualquier edificio que no llegue a esta cota es susceptible de aumentar de talla.

La idea está cuajando, y La Casa por el Tejado, con apenas tres años funcionando, tiene actualmente seis fincas con obras en ejecución, 13 con licencia concedida, 44 en proceso de firma y cerca de 200 en fase de estudio técnico. La firma comienza a trabajar también en Madrid, Bilbao y Pamplona. En estos proyectos se trata de que confluyan los intereses de las dos partes, asegura Artés, que es también profesor de arquitectura. En este sentido, la firma compra a la comunidad de propietarios el llamado derecho de vuelo. A cambio, rehabilita el inmueble, coloca el ascensor si no lo tiene y ofrece una compensación económica a los vecinos que varía en función del potencial de edificabilidad de la finca. En algunos casos, como el de la finca de la calle Aragó, se ganan hasta dos plantas, con cuatro pisos en la penúltima y dos áticos con terraza en la última.

La novedad en este caso no atañe tanto a la idea de remonta como al proceso constructivo, ya que los pisos nuevos no se construyen in situ, sino que se colocan, se izan propiamente, ya prácticamente acabados, incluyendo baños, cocina, puertas... La ventaja, mayor velocidad de ejecución -máximo de cuatro meses- y menos carga -no hace falta reforzar cimientos-, al utilizarse estructuras de acero más ligeras y precisas que las de hormigón y ladrillo. «En contra de lo que se pueda pensar cuando se habla de prefabricados, la calidad de las viviendas es muy superior a las de obra convencional», añade Artés, al frente de una empresa que, subraya, es un despacho de arquitectura e ingeniería, no una promotora inmobiliaria. Emplean a unas 40 personas, entre plantilla y colaboradores.

El debate Cerdà

Más allá de la oportunidad del negocio -para La Casa por el Tejado y para las comunidades con que se asocian-, emerge el debate entorno a la densidad de las ciudades, una discusión particularmente viva en Barcelona y el Eixample.

De fondo, o en altura en este caso, la perenne confrontación entre la idealización de un pla Cerdà primigenio, casi casi una ciudad jardín de baja densidad, frente a la perversión, según cierta visión simplista, de un Eixample desnaturalizado por la sobreedificación. Ni una cosa ni la otra, ya que el Eixample compacto, sin apenas zonas verdes, pero denso, vivo, y tan atractivo para vivir, es fruto precisamente de su alta densidad.

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