Sin rastro del viejo Sant Antoni
El destino del tejado de cerámica original es un misterio: en un chalet de Porcioles, en una urbanización...
Es uno de los pequeños misterios sin resolver de la historia de Barcelona. ¿A dónde fue a parar el tejado original hecho de cerámica del mercado de Sant Antoni? Ahora, en plena fase de remodelación del mercado, y cuando los operarios han comenzado a retirar la uralita que a finales de los años 50 sustituyó al tejado original, el destino de las piezas de cerámica sigue sin aclararse.
La búsqueda de las piezas de cerámica vidriada ha sido una prioridad para el estudio de arquitectura Ravetllat-Ribas, cuya pretensión es devolver al mercado reformado su aspecto original. En su ayuda ha salido el presidente de la Asociación Sant Antoni Comerç, Vicenç Gasca, que ha hecho un llamamiento en el barrio para intentar conseguir algún documento -fotografía en color, una pintura...– que permita hacerse una idea de cómo era el tejado que lució entre su inauguración (1882) y cuando fue retirado, a finales de los años 50. La pretensión, recopilar el máximo de información para permitir a los arquitectos hacer una réplica lo más fiel posible del original. El resultado, sin embargo, no ha sido muy alentador. «No hemos conseguido mucho», confiesa Gasca.
Otra de las vías sería intentar dar con la ubicación actual de las piezas originales. Aquí, sin embargo, las pistas se multiplican, entrando en algunos casos en el terreno de la leyenda urbana. Algunas fuentes sitúan la cerámica original en los tejados de una urbanización en Tarragona, mientras que otros apuntan a que parte del material sirvió para la construcción de un chalet que se hizo fuera de Barcelona el entonces alcalde José María Porcioles. En los años en que desparecieron las tejas originales, el responsable de los mercados municipales era el concejal de Abastos Emilio Compte Pi.
Cenefas en «uve»
Aunque las pesquisas no están teniendo éxito, sí que se han hecho algunos avances. Un dibujo anterior a la sustitución de la cerámica por la uralita, aportado por Jaume Font, al frente de una de las bacaladerías del mercado, permite ver como el tejado formaba una cenefa en forma de «uve». El dibujo es similar al que aún se conserva en la cúpula del mercado, cuyas piezas de cerámica no son las originales, pero que bien podrían acabar empleándose como modelo.
Vicenç Gasca aún confía en que se acabe encontrando algún documento que permita tener una idea fiel de lo que fue el tejado del mercado. Mientras, las obras de reforma del mercado prosiguen, tanto bajo la superficie, donde se hallaron importantes vestigios, como ahora también en la cubierta. «Confiamos en que no baje el ritmo», asegura Gasca, quien como el conjunto del barrio ya cuenta los días, en este caso es cuestión de hablar de años, para que reabra el viejo mercado.