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Los niños primero

Mientras llevamos siete trimestres consecutivos creciendo, existe todavía un 20% de la población bajo el umbral de la pobreza

joan carles valero

Las trincheras dela política seguirán cavándose hasta el 20D, pero todo indica que los pactos tendrán que imponerse para garantizar la gobernabilidad. La defensa a ultranza del diálogo desde posiciones distintas y distantes, pero con el denominador común del respeto y la voluntad de llegar a acuerdos, aunque sea de mínimos, ha sido la iniciativa que Deusto ha emprendido de la mano de tres primeros espadas de la economía a los que propuso el libro «Hablando se entiende la gente». El objetivo: contribuir a crear el clima social de libertad de pensamiento y respeto que facilite las soluciones que el país necesita.

Emilio Ontiveros, que se define como socialdemócrata; Juan Torres, que fue coautor del programa económico de Podemos, aunque él afirma que colabora con todo el mundo que se lo pide porque es su compromiso de retorno a la sociedad; y el liberal Daniel Lacalle, los tres han querido mostrar que se puede generar sin dificultad ese clima de respeto a la diversidad del que nos sentimos últimamente tan huérfano y con independencia de la lejanía que pueda haber entre los distintos puntos de vista. El libro no pretende resolver todos los problemas de la economía española, pero logra ese clima a partir de soluciones compartidas.

Resolver el funcionamiento de las instituciones, mejorar la evaluación de todos nuestros gastos, potenciar la formación, fomentar la innovación y evitar el exceso de dependencia de las decisiones públicas son puntos de cercanía. Pero por encima de todo, la urgente necesidad del debate y del diálogo para que la política se aleje de las trincheras y comparta unos mínimos que garanticen la recuperación y sostenibilidad de España.

Mientras llevamos siete trimestres consecutivos creciendo, existe todavía un 20% de la población bajo el umbral de la pobreza. Está claro que no hemos sido capaces de redistribuir bien la riqueza y que las desigualdades campan a sus anchas. Y quienes más lo sufren son los niños. En uno de cada cuatro hogares que tienen hijos, la pobreza hace tiempo que está presente, hasta el punto de que uno de cada tres niños (32,3%) se ven privados de sus derechos elementales. Ante esta alarmante situación, las respuestas institucionales han sido insuficientes, tanto en el entorno familiar como en las escuelas, el ocio o la salud mental de los niños y jóvenes. Lamentablemente, los políticos han olvidado que cualquier propuesta o cambio que defiendan debe tener a las personas como principales beneficiadas. Y los niños siempre deben ser los primeros.

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