por hontanares
Ganivet
Los políticos autonómicos gozan de aforamiento, aunque algunos quisieran que también gozaran de inmunidad
Decía Ángel Ganivet que en la Edad Media estuvo España a punto de realizar su ideal jurídico: «que todos los españoles llevasen en el bolsillo una carta foral con un solo artículo, redactado en estos términos breves, claros y contundentes: `Este español está autorizado para hacer lo que le dé la gana´».
Artur Mas convoca una consulta para un 9 de noviembre sin competencias para hacerlo, somete a debate de parte de la ciudadanía una cuestión que a toda la sociedad atañe, emplea dinero e instalaciones públicas para publicitar y realizar una convocatoria ilícita y elude al tribunal que la declara ilegal. Graves indicios pesan sobre su conducta. Se abren diligencias judiciales, pero ¡ay!, surgen lamentos y crujidos de los que desean que Mas tuviera esa carta foral ganivetiana: «este español está autorizado para hacer lo que le dé la gana». Los políticos autonómicos gozan de aforamiento, aunque algunos quisieran que también gozaran de inmunidad. El ejemplo que transmiten a las jóvenes generaciones es desalentador: la ley queda eclipsada por la bandera, mi yo (secundado por otros yos) debe quedar por encima de la voluntad general.
Una nueva víctima que añadir al martirologio nacionalista. Su deseo no debe conocer límites. Su libertad no acaba donde acaba la libertad de los demás. Las formas, imprescindibles en sociedad, arrambladas por la pasión del gobernante. Los pactos constitucionales, cumplidos a conveniencia. No es la primera vez que esto pasa. Muchos se escandalizaron cuando el Tribunal Constitucional anuló catorce artículos del Estatut de 2006. «¿Cómo va a valer más la opinión de doce jueces que la de millones de electores?». Me temo que nuestros problemas se multiplican por la falta de cultura democrática. En Estados Unidos se contempla con naturalidad que la Corte Suprema, con una sola sentencia (Roe vs. Wade), derogue las leyes restrictivas del aborto aprobadas por los parlamentos estatales y refrendadas por los pueblos de diferentes estados. En las democracias consolidadas se acepta la división de poderes (que los gobernantes respondan ante los jueces), la prohibición de la arbitrariedad, la igualdad ante la ley y la defensa de los derechos de todos los ciudadanos (derechos violentados por la voluntad de crear fronteras arrebatando el voto a millones de conciudadanos).
Han pasado cien años y el fantasma que describió Ganivet aún campea. ¿Quién dice que el nacionalismo ha contribuido a la modernización de Cataluña?
Ángel Puertas es jurista.