el oasis catalán

Fiesta

La querella no es por poner las urnas, sino por desobedecer una interlocutoria del Tribunal Constitucional que suspendía el «proceso participativo»

miquel porta perales

El independentismo catalán está de fiesta. La querella contra Artur Mas, Irene Rigau y Joana Ortega ha sido como agua de mayo para un nacionalismo catalán que no está en su mejor momento. Para levantar la moral, nada mejor que la performance callejera amenizada el tradicional victimismo -«España no nos deja votar»- que cohesiona al personal, aumenta la autoestima y suministra el oxígeno necesario para seguir respirando. La calle es suya. ¿Así se respeta la independencia del poder judicial? ¿En qué democracia la autoridad institucional impulsa semejante espectáculo?

Más allá de la fiesta, está la querella «por poner las urnas». No es eso. La querella no es por poner las urnas, sino por desobedecer una interlocutoria del Tribunal Constitucional que suspendía el «proceso participativo». Y de esa falacia -«no nos dejan votar»-, el independentismo hace una causa general contra España. La estrategia de la defensa de Artur Mas -pensada para neutralizar a cualquier testigo incómodo- aduce que el presidente de la Generalitat ideó el «proceso participativo» y tomó la iniciativa hasta el día en que el Tribunal Constitucional publicó su interlocutoria. Pero -si ello es así-, ¿por qué consintió que los llamados «locales de participación» abrieran sus puertas? ¿Por qué-en la noche del día de autos- publicitó los resultados de la consulta? Artur Mas asegura que hizo lo que hizo, porque lo contario hubiera supuesto «más costos». ¿Hay que creer la estrategia de la defensa?

La Justicia dirá lo que corresponda. Pero, no podemos olvidar un par de cosas. Primera: las palabras de la Fiscalía General de Cataluña que habló de «argucias jurídicas sin precedentes» empleadas para celebrar la consulta. Segunda: un titular de prensa en que Artur Mas dice «Tenemos que engañar al Estado». La estrategia de la defensa de Artur Mas, ¿otra argucia y otro engaño? En cualquier caso -para los suyos-, Artur Más saldrá bien librado: si la querella prosigue, un mártir; si se archiva, un héroe. ¡Viva la fiesta!

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