los martes, toros
Sin desahucios y sin toros
Se les llena la boca con eso de la mayoría social, con que van a devolver la democracia... Y se olvidan precisamente de que ser demócrata tiene entre sus principales atribuciones el respeto a las minorías
Ser fascista es no respetar los derechos de los demás. Así de sencillo. Busqué el otro día en internet y me salió esta simple y fácil definición del fascismo, no sé si en wiquipedia o en alguna de los millones de entradas que surgieron en la búsqueda. No quise ahondar más, que ya me había enredado bastante con lo de la mayoría social que aparece en la Red siempre unida a los regímenes totalitarios -Hitler, Mussolini, Franco...- y ahora tan en boca de esos nuevos gobernantes que sin ganar en las urnas han tenido la habilidad para hacerse con Madrid, Valencia, Zaragoza, Cádiz, Barcelona...
Se les llena la boca con eso de la mayoría social, con que van a devolver la democracia... Y se olvidan precisamente de que ser demócrata tiene entre sus principales atribuciones el respeto a las minorías. Pero aquí hablar de respeto sobra, y vuelvo a la sencilla definición: ser fascista es no respetar los derechos de los demás. ¡Cómo se lo han aprendido! Es que lo llevan a rajatabla, no dejan pasar una. En Madrid con el cerco a la Escuela Taurina; en Zaragoza sacan del programa de las fiestas del Pilar todo que huela a toros, y en Barcelona, ¡ay!, en Barcelona impiden que la foto de un toreo impregnando de Dali ocupe un espacio publicitario. Derechos de los demás, respeto a las minorías, ¡ja!
Sin embargo, a la vez que surgen todas estas polémicas socio-taurinas que encrespan mucho y sirven para crear intensos debates, parece que de forma milagrosa han desparecido los desahucios. Con las que montaban aquellos pretendidos salvadores llamados al Nobel de la Paz, y lo pronto que lo han solucionado. O han acabado con los desahucios en cien días y han puesto fin a un terrible problema social, o han sabido taparlos a la perfección, que el Toro de la Vega es como Don Limpio, que sirve para todo, y siempre habrá un Morante daliniano que quitar, unas fiestas que borrar, una escuela que cerrar, unos derechos que no respetar...