el mentidero
Anatomía de una carta de Vic
Encontrar un escrito de estas características en el buzón de tu casa puede resultar inquietante, pero también revelador
Una de las cosas que más me llama la atención de la grey secesionista es su febril activismo. No hay duda de que el sueño de la Cataluña independentista motiva e ilusiona. Es un sueño que no crea monstruos, pero sí individuos poseídos por una especie de espíritu totalitario incapaz de consentir otros puntos de vista. Creo haber sido testigo de una de esas transfiguraciones. La víctima se llama Amadeo Bosch Ricart. Alguien puede pensar que citar a esta persona con nombres y apellidos puede vulnerar su intimidad, pero como él decidió un buen día invadir la mía, creo que estaremos en paz.
Ocurrió hace más de dos años, cuando en el buzón de mi casa recibí una carta manuscrita de este vecino del municipio de Vic (Barcelona) que transcribo a continuación:
«Vic, 17 de enero de 2013
María Jesús Cañizares Sánchez
Por favor, no escribas tan mal de Catalunya. Te llevaré al juzgado!! Te he escrito en ABC en Madrid. Te hablaba muy claro. Veo que no haces caso. Espero rectificación inmediata. Me dan asco tus escritos de odio y muchas mentiras.
Remite: Amadeo Bosch Ricart»
Adjuntaba Amadeo su domicilio particular, que no desvelaré -por lo visto el mío es fácil de averiguar-. ¿Esperaba mi remitente un intercambio epistolar? Lo desconozco. Como también ignoro cómo ha llegado esta persona al convencimiento de que criticar una opción política implica odiar a un colectivo de personas. A no ser que Amadeo haya hecho suyas aquellas palabras del expresidente Jordi Pujol: «Cuando me atacan a mi, atacan a Cataluña».
La carta es inquietante, pero también reveladora de un cierto autoritarismo paternalista. «Te hablaba muy claro. Veo que no me haces caso», me reprocha. Es impaciente (el caso es que no recuerdo haber tenido con él algún contacto previo). Y le entiendo, pues los popes de la secesión han levantado tantas expectativas que muchas personas como Amadeo comienzan a inquietarse.
«Te llevaré al juzgado!!», añade con doble signo de admiración. Lo dicho, poseído. Lo de «espero rectificación inmediata» sí que me deja rota. ¿Esperaba acaso una apostasía pública de lo escrito, de lo pensado, de lo vivido?
De vez en cuando releo esta carta, lamentando no tener conocimientos de grafología para interpretar esas mayúsculas exageradas de Amadeo, ese bucle infinito que utiliza como firma, esa sintaxis propia de un catalanohablante que escribe en castellano porque presupone que la destinataria no entiende el catalán... Quizá el problema de Amadeo sea precisamente eso, presuponer demasiado, no hacer segundas lecturas y abusar de los lugares comunes de ese nacionalismo excluyente que califica de «asco», «odio» y «mentiras» cualquier discurso discrepante.
Nunca respondí a Amadeo. Ni él me llevó al juzgado. No he vuelto a saber nada de él. Pero conservo su carta. Está claro que no podía ser el principio de una gran amistad. ¿O sí?