por hontanares
Nuestra asignatura pendiente
Siete constituciones hemos tenido los españoles. Ninguna fue reformada
Siete constituciones hemos tenido los españoles: la liberal de 1812, la progresista de 1837, la moderada de 1845, la democrática de 1869, la canovista de 1876, la republicana de 1931 y la vigente de 1978. Todas, menos la de 1876 y la actual, fueron de partido. Todas fueron derogadas. Casi todas porque al aprobarse ya excluían a media España. La de 1876 porque a los pocos años solo incluía a la oligarquía de los partidos turnantes. Ninguna fue reformada. Hemos necesitado generaciones para aprobar constituciones consensuadas. Todavía no hemos aprendido a reformar ni una sola de ellas. ¿Por qué nos costará tanto aprobar nuestra asignatura pendiente?
Casa que no se reforma, casa que se demuele. Ley de vida.
La canovista de 1876 nació para erradicar los recidivantes pronunciamientos, revoluciones y carlistadas. Tuvo parcial éxito. El caciquismo que amparaba socavó su legitimidad. Fue incapaz de acoger en su seno materno a nuevas generaciones de españoles, que huérfanos, se lanzaron a derogarla. Sesenta años después volvíamos a las andadas.
La Constitución de 1978 fue hija de padres antiguamente enfrentados y fue alumbrada en un paritorio de intervinientes heterogéneos, pero prestos al común acuerdo. La niña nació. Pasamos de una dictadura a una democracia de partidos, y de esta, a una partitocracia.
Toda crisis económica e institucional busca un chivo expiatorio. ¿Cómo aceptar que todos somos, en minúsculas cuotas, responsables de nuestra vida política? Criticamos sin proponer, apartamos la vista de los abusos de los que hemos votado, no nos inmutamos ante el fraude fiscal o al Inem, denigramos al que discrepa… Se busca chivo expiatorio. A la Constitución le ha tocado. Unos la tildan de claudicante ante los residuos del franquismo, otros de centralizante y otros de decadente. Injustos reproches ante la mayor gesta política de varias generaciones de españoles. Por respeto a ellos su legado debe ser defendido y por respeto a nosotros mismos debe ser reformada. Los pueblos inteligentes son los que saben corregir las taras que cualquier obra longeva manifiesta. Seamos, pues, inteligentes, audaces y generosos. Como lo fueron nuestros padres en el 78. Faltan controles sobre los gobiernos, transparencia, participación, cooperación, democracia interna en los partidos, neutralidad de los medios públicos. Sobra clientelismo, abuso de poder, colonización de las instituciones. Falta coraje para hacer lo que hicieron Fraga, Roca, González, Suárez y Carrillo.
Ángel Puertas es jurista