El Hermitage Barcelona habrá de esperar dos años
Todo depende de confirmar su ubicación en el edificio de Aduanas del puerto
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Si algo tiene claro Jorge Wagensberg (Barcelona, 1948) son los contenidos del del futuro Hermitage Barcelona. El exdirector de Cosmocaixa no se va a limitar a colgar cuadros, ni a la museografía interactiva. La realidad, anunció en el Círculo del Liceo, «se compone de objetos y fenómenos, un museo moderno incluye la metáfora». Desarrollado en siete capítulos de la condición humana –utilidad, estética, espiritualidad, abstracción, revelación, ciencia y arte–, el Hermitage barcelonés no será el de San Petersburgo sino el de Wagensberg. Según sus propias palabras, «una conversación entre la inteligibilidad científica y la belleza artística».
Del Paleolítico a la cruz hipercúbica de Dalí pasando por Las Meninas de Velázquez. Los museos de la ciencia, advirtió el físico, «son feos en general, con una estética infantil que no gusta ni a los niños». En ese maridaje de ciencia y arte, la casa madre rusa aportará millones de obras: «Será un proveedor de arte , pero también de piezas científicas, mobiliario e instrumentos musicales como el piano de Rachmaninov».
¿Y todo esto quién lo pagará? «El Hermitage es un ejemplo de iniciativa privada para el beneficio público, en lugar de un beneficio privado a costa de la iniciativa pública», afirmó su director. El retraso del proyecto, aclaró, «se debe a que este sigue las huellas de Cosmocaixa y se cocina a fuego lento: converger presupuestos, administración, equipo humano e ideas. Por eso se hace un gran museo una vez cada siglo».
La empresa Cultural Development Barcelona que financia el ruso Valery Yaroslavski, subrayó Wagensberg, «no invierte para ganar dinero sino para obtener una imagen de seducción pública» Por eso se formará en el arte y la ciencia con becas y se acogerá a los jóvenes artistas contemporáneos con un precio de entrada que no impedirá acceder al museo por razones económicas. Con el Hermitage, mejorará la oferta turística: «Las Ramblas son sangrías y paellas que huelen a fritanga. ¿Y quién bebe hoy sangrías» ironizó. Todo dependerá de la celeridad con que se desaloje el edificio de Aduanas del paseo Colón ocupado todavía por funcionarios que aguardan destino… «Si a la vuelta del verano se confirma esa ubicación, en dos años tendremos museo», concluyó Wagensberg.
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